jueves, 6 de noviembre de 2008

Alice Russell - Under the Munka Moon 2

Tru Toughts - 2006


Cada dos por tres aparece una cantante que es catalogada como "La nueva reina del Soul". Unos discos más tarde, los inventores de reinas hacen que el ciclo vuelva a comenzar. Alice Russell desafía ese ciclo porque sabe que las reinas no se inventan; que, como ella, nacen. Under the Munka Moon II es un surtido de tomas alternativas de temas de su disco debut, alguna versión en vivo, out-takes y rarities. Una gran puerta de entrada al universo vocal de una cantante extraordinaria que, como un pavo real, expone en su trabajo una amplia gama de colores y matices. Una suerte de compendio de sí misma, un muestrario contundente de versatilidad y calidad. Sea cual sea el camino musical que la blonda elija para el aquí en más, nuestros oídos estarán felices de volver a encontrarse con su voz.

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martes, 28 de octubre de 2008

Sufjan Stevens - Illinois

Asthmatic Kitty Records - 2005



Illinois es un disco inteligente desde su cubierta: un dibujo con trazas naïve y una frase que equivoca su propio título y que evoca no sólo al ruido sino también al muy distante Come on feel the noize de Quiet Riot. Una propuesta riesgosa; mezcla de inocencia juvenil, ironía, creencia que Sufjan Stevens traduce en melodías que producen efecto en su escucha. El disco tiene un efecto residual: se agranda de principio a fin; crece las escuchas sucesivas, con la rotación y tiene puntos altísimos que producen unas enormes ganas de ir a por más. Sufjan Stevens hace una fuerte apuesta al desafiar a sus oyentes a dejarse seducir por el viaje y degustar un disco que es como una golosina muy fina.




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jueves, 2 de octubre de 2008

Johnathan Safran Foer - Todo está iluminado

2007 - De bolsillo/Sudamericana


La primera sensación puede ser la confusión, el sentirse enredado en capítulos disociados en el tiempo y el estilo, en la grafía y en la voz. Una vez ubicadas las fichas (es decir: identificados los personajes y la naturaleza de cada "tipo de texto"), la novela se desliza y arma no ya un collage, no ya un montaje, sino un vitraux a través del cual la luz puede apreciarse en su diversidad, en su desvío. Safran Foer urde una trama no tan compleja de leer como de explicar; construye una escultura narrativa con una suerte de cajas de sorpresas literarias que tienen la particularidad de introducirse unas dentros de las otras, siendo contenido y contenedor al mismo tiempo. Por un lado echa mano de sí como personaje, no ya narrando en primera persona como tal, sino siendo un protagonista tácito. Un personaje que es construido por otro que es escrito por el escritor; un personaje al cual Alex (el co-protagonista) apela en cartas y narra en una novela en la que cuenta su experiencia de guiar a Safran Foer por Ucrania en busca de una mujer octagenaria de la cual tiene dos trazos de un imaginario mapa: una foto de ella adolescente y el nombre de un pueblo que desapareció tragado por la tierra -literalmente hablando-, sesenta años antes, después en un ataque de los usurpadores nazis. Safran Foer es objeto de la epístola, objeto de una narración y escritor de los capítulos en los que cuenta la historia de su propia familia; la historia que -nunca se sabe- necesitaba completar o comenzar a escribir a partir de esa búsqueda. La búsqueda de la mujer que salvó a su abuelo, acto que dio lugar a su propia vida, al permitir que continuase la cadena genealógica. Su agradecimiento por aquel salvataje a su antepasado no es sino su propio agradecimiento y, claro está, su sospecha respecto de esa mujer como el verdadero amor de su abuelo.

Todo está iluminado tiene como valores degustables un humor filoso y sin concesiones; momentos de un profundo dramatismo; y una precisión respecto de la violencia nazi en la que nunca recurre al golpe bajo. Le basta con narrar. Le basta con decir los hechos sin regodearse en dolores, ni en llagas, ni en charcos de vísceras. Expone una violencia seca, breve y contundente como el famoso cross a la mandíbula que sostenía Roberto Artl; rápida y feroz como el disparo de cualquier revolver de la máquina de matar; tan irritante y revulsiva como el odio que representa. Safran Foer teje y desteje el humor judío. Se victimiza y critica la victimización y no deja lugar a reclamo porque Safran Foer es judío. Un judío que se permite modelar una muy buena novela y hacer querible a un ucraniano antisemita: querible para él (personaje y escritor), querible para el lector. Y ambos, judío y ucraniano antisemita, irán girando, modificándose juntos. Y en pinceladas sutiles e inolvidables, Safran Foer dejará abiertos interrogantes sobre las buenas intenciones, la inocencia, el desparpajo, la sumbversión de los valores establecidos, lo ridículo de puritanismo y lo inmodificable de la condición humana. Y usa a personajes secundarios de una potencia arrolladora (el abuelo de Alex y su perra Samy Davis Jr. Jr; el pequeño Igor, la abuela de Safran; la anciana que no es la de la foto aunque así lo crean y viceversa) a los fines de narrar y de sentar posición, como cuando pone en boca de una moza ucraniana un brillante dicho sobre la xenofobia: "Digale al judío que lamento haberle dicho judío". Si no es con ese humor corrosivo, paradójico y crítico (y con la caída y el abandono de la necesidad de un dolor amcestral, lascerante y obsceno) que se abren nuevas cuestiones profundas respecto del sentido de la vida que alguien me diga cómo.

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martes, 15 de julio de 2008

Charlotte Gainsbourg - 5:55

Because music - 2006



Segundo disco de Charlotte Gaisnsbourg después de 20 años sin lanzar registro de su música. Tiempo en el que, se supone, revisó su querer decir desde aquel disco algo forzado/so (editó Charlotte for Ever a los 15 años... Te la encargo) que le dedicara a su papi. Seguro: no debe ser fácil ser la hija de un prócer de la chanson como Serge Gainsbourg y de su hermosa esposa y musa, la actriz y cantante Jane Birkin. Sin necesidad de renegar del origen y sin más que guiños a lo esperable de esa estirpe, la muchacha Charlotte arma un disco plagado de unas canciones potentes; que suenan poderosas como sólo el productor Nigel Godrich (Radiohead, el mejor Beck y sigue la lista) puede hacer, alquimista del sonido; con un registro que es un amplio susurro que, incluso a su pesar, se escapa del pop tanto como del género que cultavaran mater & pater. Y con las cosas claras desde el principio: 5:55 es un disco que está contenido, como idea desde su primer y homónimo track. Que el disco gane en aquellos tracks en los que canta en su francés nativo no es mera coincidencia.



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Vampire Weekend - Vampire Weekend

XL Recordings - 2008


El disco homónimo de esta banda de músicos muy jovencitos es una verdadera caja de sorpresas sonoras. Surgidos en horas de la high school, aparece como una ráfaga de aire fresco. Vampire Weekend -el disco- suena divertido porque Vampire Weekend -la banda- es divertida al hacer música. Va a las raíces africanas, con oreja que escucha y devuelve algo nuevo, una otra forma musical con trazas y guiños y usos de herramientas conocidas. Vampire Weekend -el disco- va más allá de la repetición de una receta exitosa, de una buena combinación de juventud y oportunismo mediático, de una casualidad, de un momento; va, incluso, más allá del alcance del mercado que ha creado este éxito. Vampire Weekend -la banda- parece ser, más que un producto, una fuente de producción. A no ser que estemos frente a un sorpresivo espejismo.


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Tricky - Juxtapose

Island Records - 1999



Desde su debut solista con Maxinquaye, Tricky ha fojado discos que son nuevas apuestas estéticas, vueltas de tuerca sobre su producción y giros inesperados. En Juxtapose esa apuesta se renueva para plasmar un sonido menos críptico y tan crítico, áspero y poderoso como de costumbre. Y para ello encontró un perfecto socio: DJ Muggs, productor de la mítica banda de hip-hop Cypress Hill. Pero la cosa se profundiza aún más con la ausencia (es decir, el silencio) de la voz femenina que lo acompañó hasta este disco: las precisas y preciosas interpretaciones de Martina. Y en la misma línea, acierta un pleno con la inlcusión de Kioka Williams quien, a pesar de su menor impacto medíatico, está a la altura interpretativa de las anteriores y posteriores invitadas de Tricky Alison Goldfrapp, P. J. Harvey, Alanis Morisette y Cindy Lauper. Si la yuxtaposición (a la que alude el nombre del álbum) es estar colocado en posición inmediata a nuevos colaboradores y talentos, también es el modo en que los minerales, capa sobre capa, crecen y se desarrollan a lo largo del tiempo. Ambas cosas están íntimamente relacionadas en este disco.


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Frankenstein

Mary Shelley


En 1818 se publicó por primera vez Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley; dos años después de la mítica noche de ajenjo y relatos de terror en casa de Lord Byron donde se gestó, en medio del sueño, en el límite entre la pesadilla y la revelación, la novela que narra la relación entre el Dr. Víctor Frankenstein y su creación, La Criatura un hombre vuelto a la vida desde la mismísima entraña de la muerte. A lo largo de la historia, Hollywood y despresión americana mediante, el monstruo le fue robando el nombre a su creador así como la versión fílmica protagonizada por Boris Karloff le robó el alma/esencia a la novela. Quien se adentre en la lectura de esta fabulosa (en el más amplio sentido del término) narración, será puesto frente al relato que el moribundo Dr. Frankenstein le hará al capitán del barco que lo rescata en pleno viaje hacia el Polo Norte. El Dr. Frankenstein va siguiendo a su creación, no puede seguir escapando de lo que ha creado. Porque La Criatura dista de ser un torpe gigantón sin habla y sin moral: es, por el contrario, un sujeto que viene de un viaje que ningún otro antes realizó: vuelve de la muerte, (re)nace; cuestiona y se cuestiona, se angustia, se violenta, no entiende, desespera, urde, trama. Quien se anime a entregarse a la lectura de esta perla gótica, se encontrará con profundas reflexiones sobre el sentido de la vida, sobre la construcción del sujeto, sobre las resposabilidades de dar vida, sobre el padre y el hijo, sobre el duelo. Embebido en un paisaje de ciencia ficción de la más pura, apunta preguntas sobre la ciencia y el sentido del avance teconológico, en concordancia con la revolución industrial de su tiempo; cuestiona las lecturas morales y empañadas por las buenas costumbres y levanta dudas sobre el rol de Dios. Quien se deje sacudir por el desarrollo de los acontecimientos, quien se atreva a meterse en un agua mucho más turbia de lo que parece, hallará en Frankenstein no sólo un desafío a preguntarse sino una novedad respecto de lo que, hasta su lectura, creía saber sobre uno de los monstruos más famosos de la cultura occidental.

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sábado, 21 de junio de 2008

The Bamboos - Rawville

Tru Thougths - 2007


El segundo álbum de los autralianos comienza con una declaración de principios musical: The Bamboos Theme. En esos pocos minutos no solo plasman el sonido completo del devenir del disco sino que plantan bandera de su posición estética. Un sexteto musical que apela a voces invitadas para completar el panorama que exhiben con total solvencia y creatividad. Rawville es una sucesión de cortes a todo funk, con un rastro sonoro a los Beastie Boys de The In Sound of Way out! mezclado con otros aromas y sabores que se cuelan a lo largo de la escucha y con una impronta jazzera, que en otras bandas puede sonar como típica y previsible pero que aquí es amalgamada con una precisión y una potencia cuyo mayor logro sea, quizás, ser una síntesis en lugar de ser uno de los habituales rejuntes de la muchas veces imprecisa fusión.


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k. d. lang - Hymns of the 49th Parallel

Nonesuch - 2004


Con más de una decena de discos editados, la canadiense k. d. lang vuelve a hacer uso de sus dotes vocales para forjar, en base a su tono oscuro y su registro límpido, un muy buen homenaje a la música de su pais. Pasea por su prodigiosa garganta temas de Neil Young, Joni Mitchell y Leonard Cohen (la gran delantera de la composicón de esa particular tierra bilingüe), y extiende el trabajo a composiciones de Jane Siberry, Bruce Cockburn y Ron Sexsmith. El menú se completa con la inclusión de un tema propio como para que el homenaje no quede sólo en un gran compilado de covers y para hacernos escuchar que la interpretación no es sólo decir y cantar sino un modo de refactorizar, de mezclar y dar de nuevo, de construir su propia obra incluyendo palabras y sonidos (en apariencia) ajenos.


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martes, 20 de mayo de 2008

Zapatos italianos

Henning Mankell
Tusquets - 2006


Hace tiempo pensaba en la precisión de la palabra en aquellas novelas no policiales de escritores cuyo fuerte es (en tanto reconocimiento de la obra) la novela policial. Zapatos italianos es una de esas novelas. Y, a su vez, es una historia que trasciende a un género, porque sin ser policial, lo es; sin ser una novela de amor, lo es; sin ser un mural de color local, lo es. Y así pasando por la novela de iniciación, la novela erótica, el el diario íntimo, el registro periodístico. La traducción de Graciela Montes Cano casi no se nota: es una cicatriz cuyo rastro deja al descubierto una forma de belleza y la imposibilidad de acudir al libro en el idioma original. En definitiva, el texto no se muestra dañado a ojos del lector en español. Mankell es un virtuoso que maneja los hilos del relato con un ritmo tal que, sin necesidad de hacer vertiginosa la lectura, provoca ganas de seguir leyendo el libro. En síntesis, parece haber dado con la cadencia justa para narrar lo que narra. Y, por si fuera poco, habla del amor y del discurso amoroso; de la fantasía; de lo im/posible.

Otra de las virtudes del escritor sueco reside en exponer varios tipos de llagas sin resultar obsceno ni desagradable. De ese modo, desafecta el texto de todo rastro de golpe bajo e instala una dimensión poco habitual: una cara límpida del dolor; una muestra indiscutible de algunas bajezas extremas con palabras que las eximen de provocar revulsión para dar paso a una tensión que se instala muy cerca al drama existencial, de las preguntas profundas como las aguas heladas de la laguna que es parte de una promesa de amor en el relato. El por qué del título es, entre otras cosas y en el tránsito de la lectura, una muestra de la sutileza del relato.

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lunes, 19 de mayo de 2008

Maldita palabra

El origen de la poética está profundamente ligado a los dioses. La poesía es el acto de la concreción de la palabra divina en lengua terrena, el tránsito de la escritura; el poema es la palabra ya escrita, el hecho consumado. Las musas, damas preciadas y vehículos de la palabra divina, eran quienes entregaban, a los poetas griegos, los decires de los dioses para que se encargasen de dejar su trazo en el mundo. Eso fue lo que le sucedió a Homero, mera herramienta de escritura de La Ilíada y La Odisea, narrador mítico, fundador de la poética occidental y personaje cuya inexistencia es tan probable como su posible paso por la Tierra. La palabra divina, cedida al hombre (inspiración por fuera de su interpretación, por fuera de sus impulsos, por fuera de su vida pero irremediablemente ligada a ella) es la que modeló el modo de concebir la literatura en occidente. Una cesión que le dio un sustento escrito a la palabra divina, un transporte concreto al concepto religioso del mundo, que le confiere al poeta el lugar del elegido de los dioses; una extensión en la tierra del más puro y supremo de los poderes. Sin embargo, así como el tiempo cronológico es el tiempo de la evolución de las especies, el tiempo lógico es el de la torsión del sentido divino en la literatura. Torsión en la que el hombre fue apropiándose de la lengua; entendida ésta en el más amplio sentido de su definición: no sólo como idioma natural sino como constitución del discurso literario. La primera ruptura sucede, entonces, cuando la palabra escrita se separa de la divinidad, se yergue como independiente del poder y lo cuestiona. Entra a tallar, entonces, el lenguaje, lo que estructura.

Sesgando el sentido religioso a la apropiación de un espacio de poder simbólico –y a su modo de coerción traducido en promesas de salvación y amenazas de castigos e infiernos–, era de esperar que cualquier forma de subversión de esa dominación tuviera, como consecuencia, el mote de maldito sobre aquel que osase sostener, en el acto de la escritura, su propio discurso: en contra de la moral religiosa, en un comienzo; en contra del status quo en la era contemporánea. La señal/marca de lo maldito rompe con su acepción original de disvalor y, termina por ser representación de la revolución en el sentido más radical y simbólico que pueda tener el efecto de la escritura: discurso construido a partir del reconocimiento de la palabra como el bastión irreducible del sujeto. A pesar de aplicar tormentos, destierros, persecución y muerte, la cultura occidental (y lo que nos es dado saber de ella) ha visto con ojos sorprendidos la contínua aparición de poetas que han cuestionado no sólo el discurso dominante, sino el hueso mismo de la palabra.

La Iglesia Católica tomó el estandarte moral de occidente y produjo una de las manifestaciones más evidentes de la reacción del poder ante la torsión del sentido de la palabra: la Inquisición y su metáfora literaria, un libro sobre libros prohibidos, el Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum que, créase o no, funcionó hasta 1966. Una breve lista de algunos de los autores incluidos en esa aberración, producto de la ceguera y la pobreza simbólica más exasperante, da una dimensión de la desmesura y la ineficiencia represiva cuando de mundo simbólico se trata: Gide; Balzac, Cervantes, Quevedo, Swift; Dumas, Dumas(h), Sartre; Rabelais; Bocaccio y France. Los libros que fueron incinerados dieron paso a hombres y mujeres que fueron incinerados. La persecución, la destrucción, la muerte en nombre de lo divino, mutó en la persecución, destrucción y muerte en nombre de los más altos valores morales de una sociedad. La caza de brujas impulsada por la Inquisición dio su nombre a feroces persecuciones en nuestro tiempo, desde los excluidos/perseguidos por McCarthy en Hollywood, hasta los intelectuales asesinados y desaparecidos por el gobierno genocida construido desde otra peligrosa trinidad: la junta militar que asaltó el Estado en Argentina en 1976. Más allá de eso, el poder subversivo de la palabra huye del fuego. De todos los fuegos. Apostar a ese poder es apostar a una vida digna, a una riqueza que está más allá de todo intento de exterminio.

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martes, 6 de mayo de 2008

Nine Inch Nails - Pretty Hate Machine

TVT Records - 1989


La semilla de Pretty Hate Machine data de cuando Trent Reznor, líder y alma pater de NIN, trabajaba como portero en un estudio de grabación. Haber sido gestado en las llamadas "horas muertas", parece haber embebido a esas canciones de un halo de oscuridad, de lugar viciado, de desparpajo. A la potencia natural de las canciones y a la voz casi susurrada de Reznor se le suma el notable -sin ser notorio en el sentido divo del término- y eficaz trabajo de Flood (productor de U2, Smashing Pumpkins y Depeche Mode, colaborador de Cave, entre otras virtudes) que termina por redondear una muy interesante y poderosa máquina sonora. Escucharlo, más de 20 años después de su lanzamiento, es como dar con un mapa del tiempo en el cual descubrimos rastros de lo que iba a ser la música electrónica en su costado más oscuro.



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Micah P. Hinson - The Baby and the Satellite

Sketchbook - 2005


Las grabaciones que Micah P. Hinson hizo con instrumentos prestados en algún momento de su vida, acuñaron las 8 canciones que componen The baby & the satellite, segundo disco editado por el norteamericano pero primero de todos en su concepción. Producto de una vida más que agitada que tuvo un punto de inflexión en su paso por la cárcel, condenado por falsificar las recetas que usaba en las farmacias para conseguir sus pastas, y con Johnny Cash como un faro a la distancia, el disco tiene un aire de folk carcelario y destilan una nostalgia que lo pone en un punto de comparación directa con Nick Cave y Tom Waits. Dueño de una voz que lo distingue por personalidad y potencia narrativa, construyó los coros del disco superponiendo, en los estudios, su propia voz, forjando una suerte de gospel íntimo y privado; apostó a un sonido más árido y lanzó al mundo un disco crudo, mínimo en muchos pasajes; una búsqueda que se parece más a un encuentro con sus propios modos de expresión.



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La Isla del Tesoro

Robert Louis Stevenson
Selecciones Juveniles de Editorial Eva - 1963


Jorge Luis Borges sostenía que los mejores libros son aquellos que se leen, nunca los que uno escribe. Más allá de la precisión o no del asunto, sostuvo sus dichos con una relectura constante de la obra de Robert Louis Stevenson, en quién reconoce a uno de sus maestros. La Isla del Tesoro es un escrito que marcó a fuego la novela de aventuras y plantó bandera, precisamente, dándole entidad propia de subgénero a la novela de piratas y búsqueda de tesoros y constituyéndose en una novela de iniciación en los clásicos de la literatura universal. Inspirada en el dibujo de un mapa que hizo su hijastro, Stevenson construye su propio mapa y con él la trama de la novela. Los primeros capítulos los forjó a pura tertulia familar, incluyendo a su padre, de quien Stevenson tomó la meticulosa descripción que hizo del contenido del cofre del tesoro del pirata Boone. Esta novela de Stevenson fue la que introdujo en el mundo simbólico de su época (y de las subsiguientes) la estética de los piratas en islas del mar Caribe; los loros sobre los hombros; los parches que reemplazan cuencas de ojos vacías y los ganchos que reemplazan manos y las patas de palo que reemplazan piernas; los mapas de tesoros en islas indómitas; las señales de su localización con una ó más X rojas. Tomando lo que estaba a su disposición (el Robinson Crusoe de Daniel Defoe, el Moby Dick de Herman Melville, entre otras influencias concientes o no), hizo lo que un buen chef: preparar con buenas materias primas un plato único, sabroso, que perdura en la memoria. Como si esto fuera poco, La Isla del Tesoro es, también, una lectura sobre el sentido social del uso del dinero y una elipsis moral sobre la ambición humana.

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miércoles, 23 de abril de 2008

Gnarls Barkley - The Odd Couple

Warner Music - 2008


The Odd Couple (La pareja despareja / La extraña pareja / La pareja impar) es el segundo disco del dúo formado por el músico y productor Danger Mouse y el cantante Cee-Lo Green. Y es fiel a la impronta que le impusieron a su trabajo en conjunto desde los inicios: finas bases musicales de Danger Mouse enviadas por la web a su amigo Cee-Lo para que éste surfee con su voz por sobre unas agitadas olas sonoras. Gnarls Barkley, tal el nombre del dúo, sintetiza lo que sus dos miembros representan, aún en una supuesta contradicción: una unidad. Si tenemos en cuenta el éxito comercial de su anterior disco, St. Elsewhere, difundido sólo a través de venta en la red de redes, estamos frente a una avanzada sonora y comercial. Que lo que los Barkley hacen tenga una poderosa raíz callejera y afroamericana es un condimento picante y explosivo que hace que este trabajo sea más poderoso.



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jueves, 27 de marzo de 2008

El antídoto

"Un helicóptero me dejó en la terraza". Eso contestaba mi abuelo cuando le preguntaba, no habiéndolo visto llegar, por dónde había entrado. Le cuestionaba, aún muy niño, la veracidad de lo que me decía. Sin embargo, en lugar de buscar pruebas que evidenciaran el engaño, hacía todo para encontrar cualquier coincidencia que reforzara, de modo pretendidamente neutral y objetivo, el descenso del helicóptero sobre la casa: un ruido, una mancha de aceite, una baliza, un gorro de aviador. Lo que estaba aceptando -sin saberlo- era una oferta inesperada en el menú: otra vida posible. Mi abuelo ya no era sólo un sindicalista peronista, sino mucho más, al punto de ser trasladado por el aire: era un hombre importante. Sin caer en la cuenta, claro, de que esa importancia estaba indefectiblemente ligada a mí, a mis necesidades, a mi vida. Después de alguno de esos descensos mágicos, me llamó, hizo saltar los seguros de su maletín y me entregó, como regalo, el libro Ella de H. Rider Haggard; tapas duras color amarillo, colección Robin Hood, editorial Acme. La ficción llegaba envuelta en un cuento familiar, en una otra ficción ad-hoc para mí, en una ofrenda narrativa. Y, de otro modo, un legado: ese era su libro favorito de aventuras, el que más le había gustado cuando niño, casi a la misma edad que yo tenía cuando me lo regaló. Fue la llave que abrió la puerta de otros relatos: De la Tierra a la Luna, 20.000 leguas de un viaje submarino, Viaje al centro de la Tierra, por sólo nombrar a quien en mi infancia fue el referente esencial de la ciencia ficción: Julio Verne. Aún muerto, no había mejor que él. Como un Gardel literario, cada día escribía mejor. Así me interné en las vísceras del Nautilus, junto al Capitán Nemo y su tripulación; excavé hasta dar con cuevas donde aún vivían animales prehistóricos; trepé al cohete espacial que me llevaría a la Luna. Si Leonardo Da Vinci había diseñado el futuro, Verne lo ponía en palabras accesibles para un niño como yo que, sentado en un sillón, metido en la cama, tirado en el patio boca arriba, era atravesado por esas historias y me preparaba para el futuro.

No creo que fuera mera casualidad el que, junto a uno de mis hermanos, diseñáramos una máquina para excavar y llegar al centro del planeta. Si bien fue una obra de ingeniería infantil que no pasó de un par de planos desprolijos con tornillos pegados a su superficie con cinta adhesiva, el proyecto no carecía ni de seriedad ni de una sensación indiscutible de posibilidad de concreción. Pensado a la distancia, era la única proeza verniana no realizada: el primer submarino construido fue bautizado Nautilus en honor al Nautilus literario; con mis propios ojos vi la (hoy cuestionada en su veracidad) primera caminata humana sobre la superficie lunar. Sólo restaba llegar al centro de la Tierra para dar un cierre completo al sustantivo vuelto adjetivo con que me fue presentado don Julio Verne: visionario. Los japoneses se están encargando de una forma menos aventurada de acercarse al objetivo en 2007 con su barco taladrador Chikyu que llegará a los 11.000 metros de profundidad. Pero para mí, la imposibilidad de esa construcción me permitió otra atravesada por las palabras, construida por y con las palabras; como los relatos de mi abuelo, como los relatos de mi abuela por las noches antes de dormir.

Ese fue el germen de una idea: no hay mejor antídoto para los horrores del futuro que la ciencia ficción. Lo que como lector me construía como escritor también me preparaba para ver concretarse las "premoniciones" (siempre après-coup) de los visionarios. El barco Chikyu, la clonación de la oveja Dolly, la replicación de embriones sin sistema nervioso para ser usados como reserva para transplantes de células madre, el avance de la robótica, de la nanotecnología, la inmediatez del dato, la amplitud de la Web no son sino los rastros visibles de la inmensa babosa de la historia en el filo de la navaja. Si aquello impensable como concreto (incluso al punto de proceder al descrédito del valor literario de una obra futurista) surcó el fondo del mar, trepó al espacio hasta dar con la Luna, está excavando para penetrar 11.000 metros por debajo de la superficie del planeta, entonces otros futuros son posibles. Habrá que ver cuál de los futuros que nos han inoculado prenderá en el cuerpo social hasta convertir la ciencia ficción en registro de la historia. Y saber cómo vivir con/en/a pesar de ese futuro.

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miércoles, 26 de marzo de 2008

Los viajes de Antonio de Pigafetta

Primer viaje: de la literatura a la historia

Hubo una vez un libro: el diario de viajes de Antonio de Pigafetta, el cronista de la primera vuelta alrededor del mundo que dio el hombre; viaje iniciado por Fernando de Magallanes, quien murió en el trayecto, y concluido por Sebastián Elcano. Una proeza, una aventura en el más estricto y vívido sentido del término. Un acontecimiento que marcó un hito, un punto de inflexión en la historia del mundo. El puñado de 18 hombres que sobrevivió a la travesía de tres años transformó en realidad el viaje iniciático por excelencia. Podría decirse que fue la concreción, la traducción a dato histórico, de lo que hasta ese entonces sólo podía ser ficcionalizado y tibiamente demostrado: un mundo redondo, un sinfín. El viaje alrededor del mundo le entregó su cuerpo a la literatura, le agregó un espesor. Precisamente porque el registro de ese viaje fue un registro escrito; una bitácora que se transformó en libro: Relazione del primo viaggio intorno al mondo. Ese protoviaje (el primero) que el hombre construyó en -y con- lo real, estuvo sostenido en varios otros que dan testimonio de un recorrido, de la transformación del viajero; transformación de la posición subjetiva que constituye, a su vez, otro protoviaje que lo antecede: el original; mítico y fundante. Dicho de otro modo, el de Pigafetta y compañía fue un viaje posible por el simple hecho de haber sido concebido -en otras épocas y por otros hombres- como posible. Si un valor agregado tiene la concepción literaria en la lectura del mundo (y en un sentido clasicista de producto de la inspiración divina) es asegurar el retorno al Origen perdido.

Una de las referencias literarias preexistentes al viaje de Magallanes es La Odisea, donde Homero narra/poetiza el viaje de Ulises en un tiempo y una geografía míticos. En el canto homérico se suceden hechos fantásticos en geografías terrestres: intervenciones y metamorfosis divinas, hiperbóreos, cíclopes, sirenas, venganzas, lealtades, batallas, traiciones. La tripulación de la nao Trinidad y su flota se enfrentó a situaciones tan inverosímiles, tan fuera del registro simbólico de los marinos como los dioses del Olimpo: los habitantes originarios de los lugares más recónditos del mundo; caníbales; mitos, leyendas y costumbres; animales desconocidos; geografías fuera del alcance de la imaginación; otros valores de intercambio. En síntesis, otra economía. Ese viaje por el mar, hacia Troya es, en definitiva, un viaje hacia Helena, secuestrada por Paris; un viaje desde la pérdida; el cuerpo enfrentando la vicisitud impuesta por el deseo. Lo que lo une definitivamente a la aventura registrada por el escriba de la nave de Magallanes.



Segundo viaje: de la historia a la literatura

A lo largo de la historia de la literatura, el viaje mítico/original, tamizado por la realización empírica de la vuelta al mundo y su registro histórico, fue abordado con mayor o menor precisión por distintos autores. El que los abarca y sintetiza, es Ishmael, el personaje narrador de la fabulosa Moby Dick o la ballena blanca de Herman Melville. Es el testigo necesario. La piedra fundamental de la transmisión/narración. Como Antonio de Pigafetta, su misión no es sólo protagonizar: también es dar testimonio del recorrido a través de la propia transformación del sujeto-personaje. En síntesis: el viaje, al final del recorrido, no es otra cosa que lo que se dice de él.

Y es en la ficción donde se inscribe la más significativa influencia de Antonio de Pigafetta en la literatura: desembarca en Sevilla el 8 de septiembre de 1522 cuando, según su diario, era el 7 de septiembre. Algo en la lógica del tiempo se rompe. El registro clásico de la travesía se cuestiona, se pone en duda. Pigafetta revisa su diario minuciosamente porque ha perdido un día. Otro camino comienza: la resignificación, la pérdida, hacen evidente la imposibilidad de la palabra. No hay explicaciones porque no hay ruptura entre lo escrito en la bitácora y lo vivido por la tripulación: en ambos registros (la vida y la literatura) se esfumaron, imprevista y simultáneamente, 24 horas. La explicación que recibió el hecho por parte de los astrónomos de la corte del Papa fue similar a la que utilizó Julio Verne para explicar el día de diferencia entre el arribo real y el previsto en La vuelta al mundo en 80 días. Entonces lo dicho y lo escrito intervienen como un bálsamo; como el transporte a la tranquilidad necesaria. Calma tramposa que esconde un ruptura fundamental por la cual es posible el viaje de la literatura: las palabras son sólo ficciones que hablan de otras palabras.

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lunes, 24 de marzo de 2008

Seda

Alessandro Baricco
Anagrama - 1997


Seda se escapa de las generalidades a partir de torcer algunas cuestiones clásicas de la literatura romántica: un viaje a tierras exóticas, un erotismo contenido, amor/pasión a primera vista, silencio. Es precisamente en lo que representa esta última palabra donde reside la mayor potencia de esta historia que se sostiene en el estilo conciso, con precisos y preciosos trazos poéticos de la pluma de Baricco, en la solvencia de la trama, en la construcción del relato. Es más la tensión que subyace a las palabras, como ríos subterráneos del texto, que lo que éstas expresan y exponen en la escritura. La elección del siglo XIX como momento histórico; la compra de gusanos de seda en Japón como hilo narrativo; el encuentro que despierta en su protagonista, Hervé Joncour, una pasión abrasadora por una mujer enigmática, fuera de lo esperable en un contexto tan poco apto para el amor y el erotismo, inaccesible y prohibida; una esposa que lo sorprende, aún después de muerta, trocando su aparente sometimiento en una dimensión real de lo erótico; son los elementos con los que Baricco construye un tejido cargado de silencios densos y reveladores. Es en esos instersticios de la historia, en esas grietas que se llenan de los misterios de la pasión, donde el lector se pregunta, supone, descubre y devela sus propias inquietudes sobre la esencia de lo que lee. Coincidiendo con las palabras del autor: "todas las historias tienen su música" y "...cuando la tocan bien, es como oír tocar el silencio". De eso se trata Seda, una historia, ni novela, ni cuento. Mucho más que eso. Algo más que una historia de amor.

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viernes, 21 de marzo de 2008

Fragmentos de un discurso policial noir

La tarjeta negra con letras blancas, simulando el trazo desparejo de una máquina de escribir, contenía una máxima implacable: "Traiganme a un hombre al que no le gusten las novelas policiales y les demostraré que es un idiota. Un idiota inteligente, quizas; pero un idiota de todos modos..." El recuerdo insiste en que esas líneas le corresponden, ni más ni menos, que a Dashiell Hammett, uno de los padres del policial negro, que forjó su estilo en base a la denuncia social, apuntando a la corrupción del poder. Si se suponen válidas esas palabras, vale deducir que la escritura de una novela policial -que se jacte de tal- es por fuera de la idiotez. Si algo de eso apuntala un estilo refinado aún en el propio barro, esas palabras anticiparon un fenómeno: dos brillantes textos, que son algo más que historias de amor, escritos por reconocidos urdidores de novelas policiales.

Bernhard Schlink teje, en El lector, una relación sexual/amorosa entre un joven y una mujer adulta. Mujer que devendrá en nazi, joven que devendrá en hombre testigo de su juicio sumario. Henning Mankell trama una bellísima historia de amor con unos personajes inolvidables: Zapatos italianos. Se puede adjudicar la precisión del discurso de ambas novelas a sus raíces en el género policial; a una pluma acostumbrada a los modos de la tensión del relato, a los desvíos y los señuelos, a la sorpresa. Dos novelas que tienen una riqueza adicional, un bonus track: cada cual a su modo, rescata la figura del detective del policial negro. Pertenencia que exime de hacer una enumeración de virtudes y defectos del personaje en cuestión; personaje clásico que escapa permanentemente del lugar común, de los puntos de contacto con otros colegas literarios y que, sin mebargo, responden a un modus vivendi imposible de soslayar. Ambas están narradas en primera persona, línea directa al gran Phillip Marlowe de El largo adiós. Los personajes masculinos de las novelas de Schlink y Mankell sufren, descubren, persiguen, deducen, admiran, vigilan, desesperan, son golpeados, improvisan... Abren el realto al lector y muestran los hilos con los que arman la tela de la narración. Trabajan en el punto fino, en los bordes sin asperezas pero de una dureza extrema y una inusual ternura. Ambos tienen una mujer que en algún punto les es imposible. Ambos saben de ese amor, saben de esa imposibilidad y la aceptan, ponen el cuerpo. Esas mujeres son sus heroínas oscuras, sus enigmas a resolver. Enigmas que no pueden faltarle a quien, minuciosa, torpe y arriesgadamente hará lo posible por resolverlos. La literatura, agradecida.

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martes, 18 de marzo de 2008

The The - Dusk

Epic - 1992


Quinto disco de esta banda mutante liderada por Matt Johnson, alma mater y único sobreviviente desde los inicios allá por 1979. Con colaboradores de la talla de Vinnie Colaiuta (baterista de Zappa y Sting) y Johnny Marr (guitarrista de The Smiths), sl señor Johnson consigue trazar un disco poderoso, oscuro y con ribetes de cierto júbilo, lejano a la esperanza. Dusk tiene un comienzo fabuloso: una fritura de viejo disco de vinilo, voces y risas que son la punta del iceberg de uno de los mejores temas que ha dado el pop británico en los comienzos de los '90. ¿Exageración? Quizas... Pero la potencia de True Happiness This Way Lies hace que quien lo escucha tenga ganas de seguir hasta el fin. Viaje sumamente recomendable por uno de los mejores discos que ha dado esta banda británica conceptualmente antecesora a los geniales Massive Attack.


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Calle 54

EE.UU. - 2000
Dirigida por Fernando Trueba
Con Bebo y Chucho Valdés, Eliane Elías, Jerry González, Gato Barbieri, Paquito D'Rivera, Michel Camilo y otros


Es dificil no referir a las propias palabras del director de la película cuando la ha definido de un modo tan categórico como preciso: Calle 54 es una película sobre la música. Y agrego: desde la música, en la música. Filmada en los Sony Music Studios de Nueva York, sitos en la calle 54 a la que refiere el nombre de la película, Trueba dispone de la cámara para retratar de un modo innovador la ejecución musical en fílmico. No interfiere en el lenguaje musical, no lo acompaña: es la imagen de la música. Tumbadoras vistas desde el cielo, teclas de piano y dedos que percuten sobre ellos, brillos de instrumentos de vientos, flares de luces, gestos, caras, sudores, todo parece entrar en danza con lo que Trueba se propuso como finalidad: devolverle al latin jazz (tal la etiqueta que envuelve a los músicos participantes y su elección estética) algo de lo que el latin jazz le dio a su vida. No caprichosamente abre el film la música trepidante, el ejército de sonidos de Paquito D'Rivera: fue por un disco suyo, Paquito D’Rivera Blowin', que el director español tomó contacto con esta parcela del jazz, con esta inyección de ritmos y lenguaje musical latino a uno de los más refinados y sólidos géneros musicales contemporáneos que, a fuerza de propios méritos, ya se ha erigido como música clásica.

Por fuera de las controversias y disputas con Buena Vista Social Club, la película de Wim Wnders y Ry Cooder, contemporánea a la de Trueba; más allá del marco acotado de un género musical; por sobre la elección (siempre reduccionista) del director en base a su propio gusto musical, a sus favoritos dentro del latin jazz, Calle 54 es una película con todas las de la ley, con un ajustado timming y que provoca unas extrañas ganas de aplaudir en cada nota en la que concluye cada uno de los temas que la componen como si uno hubiera estado ahí, en los mismísimos estudios, a solas con esos monstruos que, más que provocar susto, provocan una admiración y una afinidad como pocas veces sucede en la vida.

Bonus tracks:




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El baile

Irène Némirovsky
Salamandra - 2006


Reeditada en español a más de 3/4 de siglo de su primera traducción y al amparo del premio post-mortem concedido a la escritora por su novela Suite francesa a 52 años de ser asesinada en Auschwitz, El baile es un profundo y contundente relato bajo la apariencia de una situación cotidiana típica: la tensión en la relación familiar, con el condimento de la distancia explícita entre padres e hijos con forma de crianza en el encierro y el desapego característicos de los principios del siglo XX. A medida que el lector se deja llevar por la pluma ágil e incisiva de Némirovsky, la aparentemente simple trama cotidiana deja expuestos los mecanismos de represión en el núcleo de La Sociedad; lo que se arrastra como una genética familiar aún cuando el azar provoca un giro en apariencia beneficioso en la vida (una fortuna inesperada producto de un movimiento en la bolsa de acciones, en este caso); las frustraciones y la diferencia entre ser espectador (asumir el rol impuesto) o actuar tomando el control (subvertir el orden establecido). La autora hace uso de la vida de Antoinette Kampf para ir por un camino muy distinto al de los relatos iniciáticos: no hay una penetración del mundo adulto en el mundo adolescente como signo de un crecimiento sino un acto del mundo adolescente que, mediante la venganza y la humillación a sus mayores, reubica ese mundo adulto que la expulsa, la niega, la cercena y la recluye. En El baile, la venganza está ligada a la curiosidad sexual de la adolescente Antoinette: es consumada en el momento en que su institutriz se queda de arrumacos con su amante mientras a la jovencita le es encargado el destino del baile que organizaron sus padres. Ese enfrentamiento frontal, esa ruptura con el destino trágico (tan inesperada como el azar pero que se escapa a su lógica por ser acto) parece ir a contramano de la vida de Némirovsky quien escapó de la revolución rusa de 1917 por su condición de aristócrata pero que fue asesinada por los nazis por su condición de judía. El baile es un escrito de una lectura rápida y efectiva como un golpe bien asestado.

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jueves, 13 de marzo de 2008

Las correcciones

Jonathan Franzen
Seix Barral, 2004


Si hubiera que evaluar a Jonathan Franzen por esta novela podría afirmarse que es un escritor de una pluma sólida, exhuberante, cargada de un humor ácido, clacisismo y una precisión inusual; afirmación que puede apoyarse en una traducción a la que casi no se le notan los hilos maníqueos del viejo lema freudiano traduttore tradittore. En Las correcciones, Franzen expone la vida de una ¿prototípica? familia estadounidense contemporánea y escapa de la tan valorada coralidad a partir de la construcción del relato desde la individualidad de los integrantes de una familia: más que coreutas, Los Lambert son los componentes -rápidamente identificables- de una maquinaria que, a pesar de lo patético de lo que produce, funciona a la perfección. La familia presta a sus integrantes/personajes para construir una historia que no los aúna, incluso que los fragmenta y los expulsa del seno familiar, pero que a su vez los hace formar parte de un destino indivisible, inexorable de la novela familiar.

En el por momentos demasiado extenso relato, quedan expuestas las llagas de las vidas de los integrantes de la familia apenas encubierta por algo parecido a la caridad por el personaje de Enid, la madre y esposa abnegada, terca y ciega a todo aquello que no revista un aura de felicidad y unión imposible para esos personajes disjuntos. A medida que la novela avanza, se profundiza el patetismo, se agravan las enfermedades, se descalabra la puesta en escena, aparece la purulencia que pretende ser encubierta: se devela la mugre almacenada bajo la alfombra del bienpensar. No es de lo más importante el destino -en el sentido de la commedia-de cada uno de los Lambert: es en el tránsito hacia ese destino donde reside la riqueza del relato; dejando al descubierto la superficialidad del contacto entre los componentes de la maquinaria familiar. Aparecen el reclamo, los desaires, las limitaciones, las imposibilidades. Aún a pesar de su título, esta novela no provee de un final correctivo para ninguno de los personajes. Mutan, es cierto. Atraviesan experiencias que los modifican, los alteran e, incluso, los adulteran .

Las correcciones puede parecer pretensiosa en cuanto al espectro que pretende abarcar y extensa, más allá de lo digerible y tolerable. Como producto estético, Franzen hace una apuesta arriesgada, al borde de la macchietta, y sale de ella con los bolsillos colmados de una novela que puede leerse como una radiografía de las aspiraciones yanquis previas a los atentados del 11 de septiembre de 2001.

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jueves, 6 de marzo de 2008

Eddie Vedder - Into the Wild

J Records - 2007


La banda de sonido de Into the Wild, la película dirigida por Sean Penn se constituyó en el primer álbum solista del líder de Pearl Jam, banda ícono del grunge de los '90. Eddie Vedder pone al servicio de la narración de una historia su voz, las letras (a excepción de dos covers) y un sonido folk que hace que el oyente se deslice por carreteras imaginarias. Usa, con precisión y delicadeza, un sonido parejo pero a la vez de una complejidad de matices que lo hacen aparecer como la paleta con la que Vedder pinta su discurso sobre la historia que su amigo Sean Penn narra. La melancolía, la tristeza, la euforia, la calma y todo un conjunto de sensaciones se agolpan en canciones efímeras y concisas, en pequeñas perlas enhebradas que muchas veces se parecen a esos bocados que, aún en su brevedad, permanecen en el paladar como un grato recuerdo.


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domingo, 24 de febrero de 2008

Abel Ferrara o la marca de Caín

"Más obscena es la inercia. Más blasfema que el juramento, más horrible es la parálisis. Si sólo queda una herida profunda, debe manar, aunque sólo produzca sapos y murciélagos y homúnculos", escribía Henry Miller en Trópico de Cáncer. Algo de eso parece traducir al cine el neoyorquino Abel Ferrara. Con una obra que opera con la violencia como eje, dio una secuela de películas que han marcado un modo de hacer cine, un lenguaje propio, una huella digital plasmada en fílmico. Basta con recorrer alguna de sus escenas más logradas, basta con leer el borde despiadado de los guiones que ha puesto en pantalla.

Es probable que pueda considerarse a Un Maldito Policía como uno de los puntos cumbre del cine de Ferrara, al menos el que le dio proyección comercial y el reconocimiento de un público más numeroso. Una película donde hizo una yunta tremenda con un Harvey Keitel en su mejor forma. Sin embargo, es en su antecesora, El Rey de Nueva York, donde está en carne viva la esencia de su estética y de su lengua cinematográfica. Lengua despiadada que no ahorra en apuntar con certeza al hueso mismo de lo que narra, poniendo en escena una ajustada coreografía muchas veces siniestra, una argamasa que invade el cuerpo del espectador y lo acosa hasta la angustia. Es en la sequedad, en la violencia que no necesita exhibirse (y que se disfraza de inmutabilidad en la piel de ese inmenso actor que es Cristopher Walken), donde está la naturaleza del relato, la tensión; el ojo puesto en narrar, en transmitir. Y estampa su firma, el rastro genético, en finales operísticos con muertes violentas en espacios públicos. Con los altibajos de toda obra puesta en perspectiva, Ferra ha logrado lo que pocos: un discurso que se destaca de los otros, un manejo personal del tempo y de Lo Real, un trazo narrativo que responde a su arte; su propia marca, la que lo nombra y lo distingue.

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miércoles, 6 de febrero de 2008

La melancólica muerte del Chico Ostra

Tim Burton
Anagrama - 1999


La obra de Tim Burton me parece tan buena que carezco de cualquier infructuoso intento de objetividad al apreciarla. Su incursión en las letras es a través de un bestiario infantil que expone, con la rigurosidad de la palabra escrita y el dibujo alusivo, la forma más descarnada de su estética. Sólo basta con ver al Niño con Clavos en sus Ojos en su apabullante inmovilidad, por tomar un ejemplo que me conmovió, para saber que uno va a atravesar un libro que lo dejará con una sensación de cansancio, un puñado de angustia que se manifiesta en el cuerpo, con picos de humor negro y vidas y muertes descarnadas. La poesía de Burton se urde con lo ingenuo, lo infantil y lo mórbido; y construye la narración apoyada en el impacto visual de los exquisitos dibujos en acuarelas nacidos de cabeza y manos del señor Tim. Incluso, sobrevive a la espantosa traducción de Francisco Segovia que hizo lo posible por destrozar el texto y que se pone delante de la obra inventando un personaje inexistente con el (adjetivar como le plazca) nombre de ¡Paquito Serra! Sugerencia para quienes lean en inglés: ir al final del libro donde el texto está en su idioma original, a forma de un mea culpa de los secuaces de Herralde.

La melancólica muerte del Chico Ostra propone una galería de personaje rayanos en lo siniestro y lo horroroso que, en su camino arman un collage, una barrera para detener otros miedos. Si bien el libro tiene todo para considerarlo provocador de agobio y desazón, su lectura no será una pesadilla. Aunque exponga esas vidas como llagas sin ninguna anestesia, el final de boca de la lectura será cercano a la melancolía, como lo anticipa el título. La tristeza que inyecta al leerlo es el motor de la lectura, el humor negro el combustible, un cuento de hadas oscuro y siniestro, el resultado. Son niños excluidos, marginados; son aberraciones estéticas; fallidos acontecimientos de sus padres arrojados a zanjas de los más diversos órdenes; freaks arrojados a su propia suerte. Si uno recortara el universo en esos niños, lo normal dejaría de ser lo que es. Ese es el mundo que construye Burton: un mundo fantástico donde lo verosímil es capaz de asimilar hasta la más afiebrada imaginación. Esa construcción es la que hace de Tim Burton un gran artista.

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Fiona Apple - Extraordinary Machine

Versión No Oficial - 2003
Sony - 2005


El tercer disco de Fiona Apple tiene una particularidad de la que mucho se ha hablado: fue censurado por la discográfica Sony, imponiéndole a la artista una refactorización de su disco por encontrarlo poco comercial. Movimiento Free Fiona incluido, Extraordinary Machine produjo un efecto de lo que hoy Radiohead formaliza: la distribución de música por la red de redes. El disco original, producido y orquestado por John Brion, circuló de forma clandestina hasta que la Sony lo puso en manos de Mike Elizondo para suavizarlo y hacerlo más potable y/o digerible, vaya a saberse para quién... Ya lavado y planchado el disco salió formalmente a la venta. El ambiente de cabaret, la orquestación, la experimentación, la aspereza son algunas de las razones para conseguir la primera, única y auténtica versión de este disco que sorprende por sus texturas y su exquisita -aunque no suave- interpretación.


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Bony: la advertencia estética del 11-S

La muestra Oscar Bony, el mago, realizada en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) tiene un plus que va más allá del valor de la obra de este artista plástico nacido en Misiones en 1941 y fallecido en Buenos Aires en 2002. Bony realizó una serie de trabajos en los cuales utilizó como soporte fotografías de gran tamaño y sobre las cuales disparó con una pistola 9 mm. Series tales como suicidios o el triunfo de la muerte, provocan, en algunas de las fotos que las componen, una sensación fuerte al momento de ser vistas; sea por la situarnos frente al artista que conserva un rictus de neutralidad que desentona con el agujero de bala en el centro de su cabeza; sea metaforizando su producción con lo religioso en el punto más alto de estos trabajos: un primerísimo primer plano de la cara artista coronado de una sucesión de agujeros de bala en la frente bajo el nombre de corona de espinas; sea por lo que pueda teorizarse respecto de la superposición del disparo de la cámara fotográfica con los disparos del arma que completan la obra con agujeros, valga la aparente contradicción.

Al recorrer la muestra siguiendo el sentido propuesto por la curaduría, uno llega a toparse con el plus: la exposición de una foto en blanco y negro de Nueva York del año 1994 en la que se ven las Torres Gemelas, cada una con un disparo de bala y, a su lado, una ampliación enorme y pixelada de un fotograma a color con una de las torres en llamas y el segundo avión usado en el atentado a punto de impactar en su gemela. Esa comparación con el atentado, que parece estar hablando de lo anticipatorio y lo profético en el arte, puede ocultar lo más potente de la composición de las dos fotos: el fotograma ampliado está enmarcado y firmado por Osama Bin Laden, lo que sitúa al atentado en el lugar de una obra de arte. No está explicitado si si fue el propio Bony quien hizo uso de ese recurso componiendo una extensión de su obra o si fue una exclusiva ocurrencia de la curaduría, lo que poco importa a los fines de la idea que transmite: la foto de Bony es una advertencia estética de la muerte, y resignifica como tal al resto de su obra con disparos. Construir esa metáfora, de tradición clasicista, partiendo de la coincidencia de la obra con el atentado es una arriesgada y necesaria elección. Quizás sea ese el mayor logro de esta muestra.

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jueves, 31 de enero de 2008

Tonolec - Tonolec

Unión de Músicos Independientes - 2005


De algún modo hay que hacer referencia a lo que se hace. Tonolec, se presenta como una banda de fusión de música electrónica con música de la comunidad toba, pueblo originario del noreste de Argentina. Sin embargo en esa denominación se pierde (como en todo lo que se nombra) la verdadera dimensión de la riqueza de este más que interesante dúo. Mixtura, urdimbre, cruce, identidad, raíces, intimidad, tradición son algunos de los concpetos que la palabra fusión no llega a explicitar y que están presentes en los 10 temas que componen el disco. El uso de instrumentos nativos en conjunto con las herramientas electrónicas ensamblan tan bien como el castellano y el toba, como los rastros del dance o el trip-hop con los cantos tradicionales de la etnia toba. Sumarle una segunda lectura posible: las referencias a la dominación que sojuzgo a los pueblos originarios de América puede ser escuchada como una clara posición en relación a otras formas de dominación, entre ellas, la amorosa.


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lunes, 28 de enero de 2008

Walsh & Capote: crimen, realidad y ficción

En los últimos tiempos ha proliferado una suerte de adoración por Truman Capote, más precisamente por su figura pública y las polémicas alrededor de ella. Dos películas se encargaron de retratar al escritor en un mismo momento de la historia: el descubrimiento, la escritura y los devenires de A sangre fría, la novela insignia de Capote y su verdadera última novela, después de la cual, más allá de la inconclusa Plegarias atendidas, nunca recupero el largo aliento de su palabra escrita. En ese contexto, no faltó la alusión a esta novela como inauguradora de la non-fiction o la novela testimonial, crónica literaria, ficción periodística o como quiera denominarse al trabajar un hecho real como una ficción -en tanto uso de las herramientas narrativas, es decir, de la poética. Más allá de cualquier puesta en juego de la virilidad, A sangre fría no es la novla inaugural -hasta donde nos es dado saber- de este género literario: en 1957, 9 años antes de la publicación de la novela del norteamericano, Rodolfo Walsh comenzaba a publicar -fragmentariamente- Operación Masacre. Fuera de la discusión respecto de la cronología de ambas escrituras y la publicaciones; más allá de la incidencia de la palabra del mercado editorial norteamericano y su peso fundacional de un género literario ya existente; sin dejar de reconocerle a Walsh la paternidad de la novela testimonial, lo más interesante está en que las piedras basales de la non-fiction giran en torno a fusilamientos y que, sin que medie casualidad alguna, tanto la vida de sus escritores, como la génesis misma de los asesinatos que narran, están profundamente ligados a la esencia social de sus respectivos países de origen. Uno, envolviendo en glamour una violencia cotidiana, individual y privada que hoy emerge como masacres en colegios; el otro, denunciando fusilamientos clandestinos y asesinado del mismo modo por la corporación represiva a la que denunció.

Walsh narra, en Operación masacre, los fusilamientos de militantes peronistas en José León Suarez, provincia de Buenos Aires, Argentina. En lo que se convertiría en una práctica de rutina para la dictadura militar que asaltó el poder político en 1976, los detenidos fueron llevados a un descampado e incitados a correr para intentar salvar sus vidas: les dispararon por la espalda en un simulacro de fuga. De las doce personas sometidas al fuego fusilador, cinco fueron asesinadas, mientras que de las otras siete algunas fueron dadas por muertas en el lugar y otras lograron escapar. La noticia le llega a Walsh por lo bajo, un comentario sobre un fusilado que vive, un regresado del a muerte, un testigo del horror. El escritor se encuentra con la obra: investiga la masacre; da con sobrevivientes escondidos detrás de muros de silencio, tratando de ser invisibles; articula el movimiento de la pluma ficcional con la crueldad de un retazo del pricipio de realidad. Su historia es política y su relato es político porque su escritura es política. La transformación de la obra a lo largo de las ediciones dispersas de sus fragmentos y su posterior reunión en libro es política. El escritor es en su propia narración, no ya como creador de texto sino como objeto de esa textualidad: sale transformado del acto de la escritura. Que con posterioridad a la publicación de la Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar Rodolfo Walsh fuera fusilado en plena calle no es sino un giro de la Historia en el cual sella, con un toque de dramatismo literario, una parábola sobre la escritura como herramienta política y su poder de subversión. Es evidente que su forma de morir está estrechamente atada a su forma de vivir: "Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles", son sus últimas palabras impresas.

Si bien Capote también es transformado por el trabajo de escritura de su novela insignia, hay en él una conceptualización previa de la non-fiction. Encuentra su línea argumental en un pequeños recuadro del New York Times en el cual se narra el asesinato de la familia Clutter en Holcomb, un pueblo diminuto en el estado de Texas, EEUU. Allí Dick Hickock y Perry Smith fusilan a los cuatro integrantes de la familia cuando entran en casa de éstos a buscar una caja fuerte inexistente. Lo que llama la atención de esa matanza es la ausencia de un motivo, la falta de una justificación, si es que la hay, en el asesinato. Capote viaja, investiga, logra sus objetivos por contraste: es un diminuto escritor glamoroso en un pueblo rural del medio oeste; entrevista a los asesinos, los seduce y es seducido. Lo que se le cuestiona, en relación a Lo Moral, es el uso despiadado del decir y desdecir; lo camaleónico de su actitud al pivotear entre el lujo neoyorquino y el desierto de la celda de castigo; el modo de producir la confesión, en no cumplir con su promesa de interceder para evitar la pena de muerte de los culpables confesos: en concordancia con el american way of life,termina victimizando al asesino despiadado, lo engaña, le hace creer que otra vida es posible, traiciona su esperanza: Capote necesitaba un final y qué mejor final para A sangre fría que la ejecución de Hickock y Smith. La gran novela-realidad, que escribió luego de cinco años de trabajo, se devoró su futuro literario. Murió con los Clutter, murió con la ejecución de los culpables.

Poco importa el supuesto mérito de la invención de un género literario; no interesa trazar paralelismos ni superposiciones entre Walsh y Capote; serían anecdóticas las coincidencias circunstanciales que pudiera haber entre lo esencial de Operación masacre y A sangre fría. Pero hay un punto en el que ambas novelas confluyen: el trabajo de su escritura habla del compromiso de cada uno de estos escritores con su propia lengua/patria y, por extensión, con la sociedad en la que ha nacido, crecido y muerto. Sea narrando la furia del asesinato indiviual a sangre fría envuelto en glamour y traiciones a la esperanza; sea dando testimonio del anticipo del terrorismo de estado y el horror profundo de una operación masacre.

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jueves, 24 de enero de 2008

Collective Soul - Collective Soul

Atlantic - 1995


El segundo álbum de la banda de Ed Roland es un punto de inflexión: es, a todas luces y contradiciendo a la cronología, el verdadero debut de Collective Soul como banda y un compendio sonoro en el que se refleja la historia nada fácil de su líder con la música: hijo de un fanático predicador que prohibió la escucha de música en su casa -sobre todo la endemoniada música moderna-, tuvo que fugarse de su hogar para poder construir su formación como músico. Esa huida (asi una esperable actitud rocker) y su formación como guitarrista, sumada al oportuno descubrimiento de un disco de Elton John, a las incursiones televisivas de Elvis, a la música que se filtraba a la prohibición paterna y al ascenso, éxito y declive del grunge de la mano de Nirvana & Cía posibilitaron este crisol de influencias, este vitreaux sónico, el potente collage que es el disco homónimo a la banda, de agitados riffs de guitarra y pegadizas melodías impensadas para el dejo hardcore que queda, como rastro, en el paladar del degustante.


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sábado, 19 de enero de 2008

El sueño de Boris Spassky

El cuerpo de Boris se acomoda en el colchón. A medias entre el sueño y la nada, siente un soplo frío, una ráfaga leve que no termina de despertarlo. No quiere que lo molesten, no quiere que nadie perturbe esa calma lisa, llana en la que bucea; la calma que precede a los mejores sueños, a los que son pulposos como duraznos. Está agotado a pesar del rato que lleva durmiendo. Puede sentir, en la punta de sus dedos, la piel delicada de los trebejos blancos; la sensualidad tibia de la madera y el triunfo. Un triunfo parecido a la revancha. O mejor aún: un triunfo que disfraza la venganza. Sueña que la sonrisa se le ensancha: es él quien está descansando en la cama mientras Bobby Fischer se devana los sesos frente al tablero, acorralado, vencido, hurgando en lo profundo de su desesperación en busca de una jugada inexistente, imposible y, por lo tanto, milagrosa. La ráfaga que Boris Spassky siente en su cuerpo es la que llega cuando la puerta de su habitación se abre. Sueña que vienen a traerle la gran noticia: es el ajedrecista estadounidense, y no él, quien ha abandonado la partida número 21 aquel 31 de agosto de 1972. Sueña que no es él quien se enfrenta a la certeza de la derrota. La ráfaga lo despierta y él retiene el título del mundo. Fueron 21 partidas. 21 endemoniadas partidas. 21 escalones desparejos, 21 golpes cruzados. Boris Spassky gira en la cama, el cuerpo ya romo y avejentado. Sale de ese sueño que es una trampa de la historia, un intento de redención que llega a su fin. Ya no estará, en el mundo, el hombre que vivió lo que él sueña sin posibilidad de cambiar la historia. El 17 de enero de 2008, la ráfaga trae la noticia como una liviandad, un deshago: Bobby Fischer, su vencedor, acaba de morir.

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martes, 8 de enero de 2008

Bancate ese defecto

¿Qué es lo que García nos muestra en las entrevistas en las que es imposible no reparar en el deterioro de su cuerpo? ¿Una respuesta in corpore a su propio discurso de hace casi 25 años en Bancate ese defecto, incluido en ese gran disco llamado Clix modernos? No tiene importancia alguna, a los fines de estas preguntas, el origen, el mecanismo de construcción (por usar el antónimo de lo que nos muestra La Realidad) de esa imagen al borde del colapso. El asunto es que, ante ese deterioro, no hay intento alguno de disimulo, no hay artificio de ocultamiento: hay una exhibición obscena de un algo indecible que, en aparente paradoja, lo constituye en un fundamentalista de sus propias palabras. Visto desde la perspectiva de esa militancia del verbo, Charly García nos muestra cómo se banca su defecto y cómo éste se traduce en la exhibición de un deterioro radical del cuerpo, independientemente de si se trata un (d)efecto de la edad o de los excesos. Está esculpiendo una obra que se corroe con el Tiempo, que no deja lugar para el agrado y, menos aún, para la empatía y toda la corte de palabras atravesadas por el tamiz de la autoayuda. Es un más allá de su maestría con el piano, de la rudeza realista no exenta de poética de sus letras, de la potencia de la modernidad inyectada en cada disco, del clasicismo de su formación y la rigurosidad de su trabajo: quizás se haya abierto la famosa trampa mortal que presagiaba en esa canción. Una trampa de la que no se puede escapar si no existe una apuesta más allá del mito: la dignidad del sujeto.

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viernes, 4 de enero de 2008

David Sylvian - Dead Bees on a Cake

Virgin Records - 1999


En este disco de Sylvian, esperado durante más de una década, coinciden varios aspectos extramusicales que contribuyen a ahondar la marcada diferencia de opiniones al intentar ponderarlo: su cresta de la ola amorosa con Ingrid Chávez; una complicada colaboración musical con su amigo Ryuichi Sakamoto; el encuentro con la supuesta santa hindú, Shree Maa, cuya voz incluye en el tema Praise; y el punto final de su relación comercial con Virgin. Si el disco no contara con una tremenda producción y una contundente compañía de músicos consagrados (Bill Frisell, Sakamoto, Talvin Singh, Marc Ribot, su propia esposa); Dead Bees on a Cake no sería tan cuestionado y quedaría su esencia: un dechado de hermosas melodías, de búsquedas y experimentaciones y nuevas puertas hasta entonces no abiertas; íntimo y universal como pretende el budismo que lo desborda. Si la coincidencia de un delicado gusto musical y un hecho artístico con el éxito comercial y la producción de lujo es pecado, pues... ¡pequemos más seguido, hermanos!


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martes, 1 de enero de 2008

El poeta asesinado

Guillaume Apollinaire
Malinca Pocket - 1964



Apollinaire presenta la vida de Croniamantal, un poeta de procedencia indefinida y cuyo lugar de nacimiento se arrogan muchas poblaciones en los más diversos países. Un poeta sin origen claro, una invención de lo popular, un pasado recreado por esos otros que definen, en tanto inventores, el pasado del poeta. Apollinaire narra, cuenta, juega, yuxtapone, hace saltimbanquis de las palabras y se da el lujo (quizás el que deberían darse los escritores en general y los poetas en particular) de no explicar absolutamente nada. La vida de Croniamantal se va urdiendo a medida que pasan las páginas y de acuerdo a los caprichos (entendidos como la decisión unilateral y unívoca del sentido) de la pluma de un escritor que se destacó por ser el referente de la poesía cubista (y su notable influencia en pensar el arte en general y de cómo subvertilo en particular) y uno de los escritores fundantes del movimiento surrealista.

Es a ese devenir caprichoso, a las imágenes yuxtapuestas, a los desvíos por fuera del sentido común, a los sobresaltos eróticos, a la impronta poética del texto a los que el lector deberá abandonarse para poder navegar, de la mano de Apollinaire, por la vida de ese otro poeta -asesinado- que se constituye en el emisario de una nueva perspectiva del mundo, de la poética, de la palabra. La persecusión, la marginación, los amores como terremotos, la fantasía colectiva a su alrededor, incluso sus momentos de gloria, hacen de Croniamantal un adelantado de la vida y muerte de algunos poetas que lo antecedieron y sucedieron; metaforiza con sí al resto, teje con los hilos de una vida ficcional el movimiento del escritor que está detrás. El poeta asesinado envuelve, en su lógica, un mundo único e irrepetible; un mundo al que estamos invitados a entrar dejando de lado los prejuicios de la lectura; subsumiendo la verdad en manos de lo verosímil. Que el libro se publicara por primera vez al mismo tiempo en que a Apollinaire le extraían una esquirla de su cabeza (producto del estallido de un obús mientras era voluntario en la Primera Guerra Mundial) es lo anécdótico de La Realidad que bien podría haber formado parte de su febril ficción. Que El poeta asesinado sea el prolegómeno de sus caligramas y otras formas de exploración del lenguaje no hacen sino darle a este texto la dimensión de ser gestor fundamental de lo mejor de la poética de Guillaume Apollinaire.

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