miércoles, 23 de mayo de 2007

Un altar para la madre

Un altar para la madre
Ferdinando Camon
Losada - 2002


Es grato recibir un libro como de regalo de cumpleaños. Y más grato es cuando ese libro es absolutamente desconocido. Y si hay algo que supera a todo eso es cuando en la lectura se produce el encuentro con la lengua del escritor. En Un altar para la madre esa lengua no es el español al que ha sido traducida, ni siquiera es el italiano original: la lengua de este libro es esa madre muerta, ese padre que construye el altar, ese sujeto narrador, es el tono íntimo de ese fantasma, el recuerdo, la vida en el campo, los silencios prolongados, el sentimiento fundido en aspereza de los padres campesinos. Atravesar este texto es atravesar una aventura íntima. El lugar del rezo, la permanencia del fantasma, la consistencia de la muerte. Ferdinando Camon es una sorpresa, al menos para mí. Su pluma se desliza por metáforas y anécdotas rayanas con lo autobiográfico. Es cierto: las referencias del escritor en su literatura, cuando lo escrito es ficcional, pasa exclusivamente por las fantasías del lector. Se puede imaginar a Camon en el campo viendo el cuerpo encorvado de su madre. Se puede adivinar la rudeza de la mesa familiar, el peso de una tradición de dedicación a un trabajo que termina siendo la vida misma. Esa madre que, una vez muerta, retorna y retorna. Camon hace un enroque interesante y se corre del lugar del espectador: ese retorno, entonces, se convierte en preguntas. Preguntas cuya posibilidad de respuesta (más allá de la respuesta concreta en sí) es un camino que se abre, incluso, a pesar de esa madre; del peso de ese personaje, inversamente proporcional a la ingravidez del alma muerta.

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lunes, 21 de mayo de 2007

Angelique Kidjo - Keep on moving (The best of...)

Sony - 2001


Al contrario de los discos en vivo, las recopilaciones siempre tuvieron un atractivo particular para mí. Supongo que era porque tenía los álbumes rojo y azul de The Beatles (que a su vez eran una colorida extensión del verdadero doble de los 4 fantásticos: el álbum blanco) que resultaron ser el summum de las recopilaciones. En este caso, el resultado de la excursión de la africana Kidjo por la fusión de la música de su Benín natal con el pop occidental es un poroto de "Los grandes éxitos de...". El criterio no parece ser otro que el paneo necesario, el gran plano secuencia por la obra de una mujer de una voz maravillosa que encastra a la perfección con la sutileza de una música que en varios momentos hacen que los pies sigan el ritmo de la música, una inyeeción de ganas de bailar. Como un pez que nada contra la corriente, no sale a exponerse en la débil categoría de la world music para asuzar, con beats negros, a los blancos muchachos occidentales.


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Sinead O'Connor - Throw down your arms

That's why there's chocolate and vanilla - 2005



La primer palabra que se me ocurrió para calificar a la vuelta al ruedo de la irlandesa O'Connor fue respeto. Sorprendido por la existencia de este álbum de clásicos del reggae interpretados por esta bella europea blanca, y con la expectativa que me genera la voz de esta dama, me dediqué a navegar por los sonidos claros, precisos y sin mayores ornamentos de Throw down your arms. Sinéad O'Connor se mantiene apegada al sonido original de las canciones que interpreta, dejando traslucir, incluso, el hecho inexorable de ser una voz extranjera para estos menesteres de la música caribeña tan emparentada, en nuestro imaginario argentino, con la religión rastafari, Bob Marley y la más mística marihuana. La irlandesa no sólo sale airosa de su excursión religiosa traducida en música, sino que reafirma la vieja fantasía de que es posible el abordaje de una expresión ya no tan ajena como el reggae pero si tan ancestral como los temas elegidos.


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