domingo, 30 de diciembre de 2007

Cuentistas argentinos

Jorge Horacio Becco
Ediciones Culturales Argentinas - 1961


Cuentistas argentinos es uno de esos libros que permaneció años en la biblioteca hasta ser leído. Nacido en el marco de las celebraciones de los 150 años de la Revolución de Mayo (y financiado por una Comisión Nacional Ejecutiva creada ad hoc), durante el gobierno de Frondizi, reúne una serie de textos que incluyen clásicos de la narrativa argentina hasta sorprendentes escritores que en la actualidad nadie recuerda. Este libro es una buena oportunidad para:

a) reencontrarse o descubrir autores, de bucear en los alrededores de los comienzos de una narrativa argentina, ligada a la imagen de lo gauchesco que, en lo personal, me abre un prejuicio de aburrimiento, macchieta y desazón militante. El resultado: quedar gratamente sorprendido: junto a los tanques gauchescos como Payró, Lynch, Güiraldes y a la luz de la oscuridad de Horacio Quiroga, aparecen dos nombres: Atilio Chiáppori y Mateo Booz, introduciendo un género que coparía, más adelante, algunas páginas gloriosas de las letras de este rincón del mundo: el policial.

b) dar un brinco con el cambio de perspectiva: el asomarse de la ciudad acortando el horizonte visible, poniendo al hombre en otro momento de las relaciones entre las clases, muy cerca del retrato intimista (y que dio paso al montón -es decir, de lo que no se destaca como una perla en el barro-, siempre al borde de lo pintoresco, del mural social). Para ponerse a conseguirlo de algún modo: El dueño del incendio, de Guillermo Guerrero Estrella.

c) ser testigo lector del modo en que el estilo se fragmenta, en consonancia con lo fragmentario del cuento, y se produce una explosión de esquirlas que combinan el surrealismo casi grotesco y kistch de Conrado Nalé Roxlo, el revival gauchesco de Gudiño Kramer, la potencia arrolladora de Ezequiel Martínez Estrada ( y su magnífico El sueño), el cross a la mandíbula de don Roberto Artl y, como era de esperar en esta explosión fundante, la pluma tan afilada como maestra de Borges. Dicho en otras palabras, asistir al Big Bang de la literatura argentina contemporánea.

d) caer en la cuenta de que se llega al final del libro y recién allí, firmando uno de los cuentos aparece el nombre de una mujer. Esta actualidad de narrativa escrita por mujeres al tope de todos los charts del mercado literario, relanza la perspectiva de Cuentistas argentinos ubicándolo -definitivamente- en otro momento (cronológico y lógico) de la historia. El objeto libro ha tomado otra dimensión con el paso de los años y hace aparecer una pregunta: ¿hubo una literatura femenina en los albores de la literatura fuera de este registro oficial? El cuento que marca la falta de otros nombres femeninos en la lista que lo antecede es una maravilla: Tiempo, de Carmen Gándara, condensa la riqueza de la historia narrativa, una suerte de genética literaria, con la agudeza de la ciencia ficción y la modernidad para producir una máquina narrativa deliciosa y perfecta.

e) llegar a la recta final en la que se encuentran Silvina Ocampo, Mallea, Anderson Imbert y Bioy Casares con la sensación de haber dado un paseo con todo lo que implica: paisajes conocidos y reconfortantes; momentos de aburrimiento e incomodidad; sorpresa; ganas de seguir, aunque más no sea de tanto en tanto, recorriendo el camino, capturando lo nuevo por más que hayan pasado muchos, muchos años.

A favor de Jorge Horacio Becco: lo que mejor habla de su trabajo es lo poco que se nota. En contra de Jorge Horacio Becco: por más nacimiento en Bruselas, Julio Cortázar ya había publicado, al momento de la edición de Cuentistas argentinos, Bestiario, Final del Juego y Las armas secretas.

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viernes, 28 de diciembre de 2007

Monstruos (versión verano)

En el llamado año sin verano se sucedieron unas noches míticas para la literatura moderna de ficción: en el mes de junio tuvo lugar el encuentro de Percy y Mary Shelley, John Polidori y Lord Byron, en Villa Diadoti, Suiza. En esas noches de 1816 (plasmadas de modo desparejo por Ken Russell en Gothic, 170 años después) comenzó la gestación de dos íconos del género de terror moderno: Frankenstein o el moderno Prometeo (publicada en 1818) en Mary Shelley; El vampiro (publicada en 1819) en el doctor John Polidori. Esta última, es la primera traza de esa fabulosa novela epistolar que es el Drácula de Bram Stoker escrita en 1897; cumbre y resumen de todos los vampiros de la historia. De allí en más, ambas criaturas recorrerán caminos similares y pasarán de ser los referentes de un terror gótico y romántico, ligado a las preguntas más profundas del ser humano, a licuarse en un otro terror, en un horror per se en el que se abandonaron tanto las reflexiones sobre el sentido de la vida, la relación con el padre como representante de los Otros, el cuestionamiento a dios, presentes en Frankenstein; como el poder, la sangre, la noche como metáfora de lo prohibido y el erotismo bajo presión de Drácula. La razón de ser de los monstruos mutó de interrogante a una simple herramienta del terror que acunaron y albergaron el miedo a lo extraño, a lo distinto y, por extensión, a lo extranjero a partir de sus versiones cinematográficas más populares: Frankenstein, de James Whale, y Drácula de Tod Browning, ambas filmadas en el año 1931. No es casual la torsión: ambas versiones ven la luz a posteriori de la debacle económica de EE.UU. de 1929, simbolizada en la estrepitosa caída de la Bolsa de Valores. Era un mundo entre dos guerras mundiales, era el mundo que estaba pariendo al III Reich; era el mundo occidental amenazado por el avance del comunismo, de la mano del Pepe Stalin.

Había enemigos, sólo hacía falta hacerle saber a la gente cuán temible es el Mal Supremo, enseñarles lo que se puede sentir en presencia de aberraciones de la Naturaleza. Fueren cuales fueren esas aberraciones: políticas, sexuales, morales, raciales y demás. Era necesario comenzar a inculcar el miedo para poder crear a los superhéroes. En ese contexto, el doctor Víctor Frankenstein pasó de ser un científico brillante que ansiaba dominar los secretos de la transformación de la materia muerta en vida a ser un científico loco que deseaba ser dios y conquistar el mundo. Y un poco más allá: se suprimió la duda sobre el concepto de dios (en tanto exclusivo creador de seres vivos a partir de la materia inerte: el barro mítico) para dar paso a una irracional ambición de ser dios: el Mal tomando por asalto el lugar del Bien. En perspectiva del movimiento novela→película, esto construye una paradoja: en el film se le otorga al científico ser aquello cuya existencia cuestiona en la novela.

Algo similar ocurre con la innominada criatura: se lo vacía del contenido más profundo respecto de su ser, de para qué fue creado, de los retazos humanos que lo componen, del abandono que sufre de parte de su creador que no se reconoce como padre, para limitarse a odiar a la Humanidad toda. Conclusión de un camino que, por cierto, es mucho más complejo en la novela y que se constituye como un insoslayable y perverso llamado de atención para su creador. De hecho, ni creador ni criatura mueren en un castillo en llamas, sino que el primero persigue al segundo en una irracional carrera hacia el Polo Norte, el único lugar en el que estar, permanecer, durar, lejos de todo y de todos. El núcleo temático de Frankenstein no era ni es sencillo: podría pensarse como pasible de ser leído desde distintas perspectivas. Abre interrogantes, muchos, que quedan -afortunadamente- sin respuesta. Podría, incluso, pensarse hasta la tan discutida eutanasia: ¿es humanamente ético resistir a la muerte, hacer volver de ella a un hombre, aún al alto costo de convertirlo en un monstruo?

Pero en 1931, EE.UU. no necesitaba preguntas: pasó el rasero por ellas, las aplastó. Y ese vaciamiento le llegó al conde de los Cárpatos para ser reducido a la categoría de principal eslabón de una cadena de chupasangres, cuyo único fin es el de beber el vital líquido humano, salir volando por la ventana convertido en un vampiro y, obviamente, dominar el mundo. Aquí no hay creador, sin embargo, esa aberración cuasi inmortal (sólo un puñado de trucos ya bien sabidos puede cortar esa persistencia en el mundo de un muerto viviente) cuestiona, también, al concepto de dios: burla la ley natural, vuelve del Más Allá que es uno de los confines más lejanos de cualquier modo del lenguaje. Y le agrega un componente ausente, en el sentido más clásico y romántico del término, en la versión licuada del monstruo creado por Mary Shelley: el erotismo. Drácula se prende al cuello de las mujeres de los hombres de bien, las encanta en el sentido hipnótico del término, se las bebe, las posee hasta el final.

Esos monstruos, despojados de sus virtudes narrativas, fueron el caldo de cultivo de la necesidad de héroes que sirvieran de cimientos para la reconstrucción post-depresión del '29; llegando a su cumbre con Superman, nacido meses antes de la invasión alemana a Danzig en 1939, que daría inicio a la Segunda Guerra Mundial. Superhéroes que representaron la esperanza de vencer a otros monstruos, a los que asomaban en la realidad, algunos de los cuales resultaron peores que la criatura renacida de retazos humanos y el vampiro extranjero de la alta sociedad de Transilvania. La ficción, una vez más, se escapó de la realidad. Anticipo de esta realidad en la que se vive un fuego cruzado entre monstruos extranjeros y héroes locales; necesidad política en la que el héroe local muta en monstruo extranjero en otro lugar del mundo. Es hora de revisar la construcción de los héroes. Es hora de demoler algunos monstruos.

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miércoles, 26 de diciembre de 2007

Marxiano al ataque

Años atrás, el Narrador Que Quería Ser Poeta hacía gala de su militancia trostkista y pregonaba la democratización (en tanto poder popular) de los medios de producción que no podía ni debía evitarse. Sin embargo, el paso de los años llegó acompañado por un giro radical, valga la paradoja: la potencia democrática de la virtualidad (definida como la ausencia de un soporte físico y la fortaleza/debilidad del soporte lógico y binario) lo irrita al punto de defenestrar -aún con razón en cuanto a obscenidad que permite cualquier forma de anonimato- un soporte, un modo de producción en el cual no se depende de ningún otro poder que contar con mínimas herramientas al alcance de la mayoría: la publicación virtual, más precisamente el blog. No importa quién o quiénes hincaron su diente ponzoñoso (más o menos brillante, más o menos cierto, más o menos exitoso) en las palabras impresas del Narrador Que Quería Ser Poeta, provocando su ira. Pero ese abuso obsceno que trae aparejada la publicación virtual no la invalida; incluso, aunque la insondable extensión virtual atente contra la calidad de lo que se dice/escribe. Algo es neuróticamente seguro: si el único soporte de la escritura fuera el libro impreso (bastión comercial de la literatura contemporánea al margen de e-books y audiolibros) no existirían tantos francotiradores aficionados. Pero también es cierto que es un argumento infantil, caprichoso e inválido, anteponer la libertad de expresión actual o la ausencia de papel impreso como límite a la producción que merezca ser considerada literatura. El libro no garantiza al escritor, porque el prestigio de un soporte en particular no asegura el arte; del mismo modo que no todo lo impreso es literatura y no toda literatura está ceñida a la escritura. Descartar el acto literario por el soporte que lo sostiene no carece de necedad, intereses que cuidar y quintita que resguardar. Ray Bradbury planteaba la vuelta a la oralidad como resguardo del tesoro literario y salida del fuego arrasador de la represión del Estado dominante en Farenheit 451. La virtualidad no deja de ser una alternativa, un otro camino posible. En este contexto, la literatura -y la pertenencia o no de una producción intelectual a este modo de expresión- deberá ser juzgada en tanto acto de inscripción y cuestionamiento de los valores morales. Cualquier otro modo de acercamiento es empobrecerla.

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viernes, 21 de diciembre de 2007

Artistas varios - Power Of Soul : A Tribute To Jimi Hendrix

Experience Hendrix - 2004


Hay un fenómeno que parece estar llegando a la cresta de sus posibilidades: el retorno de bandas y músicos que hicieron historia, años después, a los escenarios. Para aquellos casos en que el precio a pagar (suponiendo que exista alguna suerte de paraíso) es la muerte, hay un camino más cercano, más fácil y menos riesgoso para el físico: el tributo en disco. Independientemente de otros tributos, que son aberraciones de un negocio que se extiende como una mancha de petróleo en el mar, Power Of Soul : A Tribute To Jimi Hendrix es una buena oportunidad para revisitar a Hendrix tamizado por el talento de Santana, Prince, Sting, Clapton, Kravitz, Chaka Khan, John Lee Hooker, George Clinton y Stevie Ray Vaughan, quienes encabezan la serie de artistas que extienden la garantía de lo que el disco es: una calibrada máquina sonora que respeta la esencia potente y arrolladora del gran guitarrista nacido en Seattle.


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martes, 4 de diciembre de 2007

The Breeders - Pod

Elektra - 1990


Un comienzo nada caprichoso: la presencia de la bajista y cantante, herencia directa de Pixies, hizo suponer una línea recta hacia la continuidad. Pero, aún conservando la esencia, la apuesta fue otra y The Breeders produjeron el 1990 un interesantísimo primer disco. Un registro sonoro potente, fuerte, sólido y sin más pretensiones que dar un golpe al centro del pecho a puro rock. Sin embargo, Pod trasciende su propia falta de pretensiones y se constituye en una vuelta de tuerca musical a la escena de Lo Femenino en el rock. Al punto que se atreven, en su debut, con Happiness is a warm gun de The Beatles. Y no sólo salen airosas: lo versionan, lo acomodan, lo procesan y lo devuelven con el discurso modificado, atravesado su propia sonoridad. No es, seguramente lo más importante de este debut, pero es un indicador, un termómetro con el cual medir la fiebre de este muy buen disco.


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martes, 27 de noviembre de 2007

P J Harvey - Dry

Island Records - 1992


Hay algo de la modernidad que estigmatiza cualquier primer disco de artistas que, estéticamente, le son afines: siempre es el único que vale la pena escuchar de punta a punta; el mejor, incluso por ser generalmente el más desconocido. En el caso de Dry, es un disco que alimenta esa forma de la modernidad porque se erige como un debut arrollador por su potencia y por ser la cuña de un nuevo discurso femenino dentro del rock más duro y puro. Con un arranque que presagia el recorrido de sus actuales 7 discos y un abanico de temas que la muestran en distintas dimensiones -o mejor aún, facetada como un diamante-, el puntapié de Polly Jean no es sólo el punto de partida de su camino, es también la punta de su zapatito punkie revoleando el tablero y las fichas de la estética rocker.


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martes, 20 de noviembre de 2007

La mujer justa

Sándor Márai
Salamandra - 2005





La mujer justa es una novela de desplazamientos; cosa que parece estar subrayada en su equívoco título en castellano (¿justa de quien ejerce justicia ó justa de adecuada?). A lo largo de sus páginas y atravesando el discurso de los tres monólogos que lo componen, el malentendido, lo oculto, lo confinado al silencio, tiene el efecto de un error. Los tres personajes viven en un eterno error de percepción. Y en base a esa perspectiva (siempre subjetiva) construyen sus acciones en busca de la resolución de un conflicto que nunca es bien evaluado. De allí que, en cierta forma, esta novela desplace el sentido de lo esperado al fracaso de cada uno de los protagonistas en relación a los demás.

En la contratapa se nos advierte algo: las dos primeras partes (los monólogos de Marika y su esposo Péter) fueron escritos en el año 1941, en plena guerra, en pleno sometimiento de Hungría, país natal de Márai, en mano de los nazis; la tercera (el monólogo de Judit, la empleada doméstica que se constituye en respetada señora cuando contrae matrimonio con Péter luego del divorcio de éste), escrito en 1949 cuando Hungría ya estaba en poder de los soviéticos, régimen comunista implantado. Y es esa intervención del propio autor en su propia obra la que hace que tome una otra dimensión que, a priori, parece ser resultado de una exageración estructural y coral, como muchos gustan en llamar a estas narraciones en las que cada personaje hace su aproximación a los hechos, como cualquier hijo de vecino; con coincidencias, desencuentros, nuevos hilos con los que se urden tramas (aparentemente) secundarias. Si las dos primeras partes articulan el conflicto matrimonial de una pareja de la aristocracia húngara y sus conflictos con La Sociedad y ponen su énfasis en el terreno de la prohibición, el deseo y el destino; la tercera introduce el concepto de la pobreza extrema, la visión particular de una proletaria de la aristocracia a la cual sucumbirá al punto de ser parte de esa clase enemiga por definición y da forma a la insatisfacción tanto con la política fascista como con el comunismo del propio Márai quien ubica esta tercera voz en Roma, la ciudad en la cual ella-personaje/él-escritor se exilió luego del ascenso del comunismo en su país natal.

La mujer justa es una novela potente, con un planteo de una inteligencia refinada y una estructura que permite deslizamientos naturales entre presente, pasado y -en menor medida- futuro de cada uno de los personajes; con momentos de una tensión que atrapa y subyuga y unas trazas poéticas que tientan al subrayado y posterior utilización de esas perlas que, enhebradas a lo largo de más de 400 páginas, arman un collar único.

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Nirvana - MTV Unplugged In New York

Geffen Records - 1994


Hace 14 años atrás, uno de los tríos musicalmente más poderosos de los últimos decenios dejó la ferocidad eléctrica para brindar (y grabar) un tremendo concierto de ferocidad acústica. Con una performance extraordinaria de Kurt Cobain -en una excelente forma artística que presagiaba el final anticipado de su vida- y sólidamente acompañado por sus laderos de los últimos años, Dave Grohl y Kris Novoselic, MTV Unplugged In New York es un disco que revisita la esencia del trío, la que se esparce por temas propios y covers, David Bowie incluido. Si bien 14 años parecen no ser un hito habitual de celebración de un acontecimiento, es una buena ocasión para volver a escuchar una de las mejores producciones en vivo de las que se tenga escucha. Incluso, puede ser incluida en la línea mitológica del album Paris de Supertramp ó Made in Japan de los Deep Purple. Loado sea ese cielo.


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domingo, 11 de noviembre de 2007

RZA + Keb Darge - The Kings of Funk


Rapster Records - 2005


El rapper RZA y el DJ Keb Darge decidieron dar a conocer un compilado que constituye, al entender de cada uno, la lista monárquica de esa música brillante y poderosa que es el funk. A primera vista, y al menos para alguien que no es especialista en este género, los nombres de la realeza suenan extraños, ajenos. Como si estos recopiladores nos hablaran de una dinastía inventada, o bien por fuera de la historia oficial en la que se constituye el mercado. RZA armó el seleccionado del primer disco con bandas y solistas de presencia en el mercado discográfico entre los '60s y '70s del siglo pasado, entre los que asoma uno de los nombres clave del funk: Sly & the Family Stone -cuyo bajista introdujo la técnica del slap en el bajo-; Keb Darge, en el segundo LP, arriesgó a incluir a reyes más jóvenes. Es decir, construyeron el árbol genealógico en una disimulada línea cronológica. El resultado es un seleccionado, eléctrico y poderoso, que hace que los pies se muevan al ritmo sincopado con irrefrenables ganas de bailar.


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martes, 6 de noviembre de 2007

Stevie Wonder - Talking book

Motown - 1972


Talking book es una obra cumbre de la música contemporánea. Y un hito fundante. Y, quizás, una de las producciones individuales más importantes de la época del registro sonoro. Stevie Wonder construyó una obra que, oralidad expresa mediante (la traducción literal del título es libro parlante: ¿qué otro libro podría pergeñar un no vidente nato?) es un monumento, en el sentido de Obra, a su modo de entender la música. Un ejemplo de esto, aunque no su valor agregado, es que l propio Wonder se hizo cargo de la ejecución de la mayoría de los instrumentos que con los que se armaron los temas. Aunque muchos lo consideran como el mejor disco de fusión (crossover, para ser más preciso con la oficialidad musical) por su raiz rythm & blues y sus afluentes de soul y funk, el registro musical no denota intención alguna, sino más precisamente la explosión, la sorpresa, el deleite que provoca una auténtica obra de arte. Si a eso le sumamos que abre con la deliciosa You Are The Sunshine Of My Life (donde le dice a su objeto de amor "sos la manzana de mis ojos") , que promedia con el hit Superstition y que cierra con la preciosa balada I Believe (When I Fall In Love It Will Be Forever), no dudo en afirmar que Talking book es un disco imperdible e imprescindible.



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lunes, 5 de noviembre de 2007

Belleza occidental

Hace un par de semanas, la foto de una modelo anoréxica, totalmente desnuda, capturó la atención de los transeúntes italianos, del público en general y de los medios periodísticos de todo el mundo. Producto del ojo de Oliviero Toscani, famoso por las provocativas campañas que realizó para Benetton, la mise en scène circuló con un pie de foto que dejaba en claro que lo próximo que sucedería con el cartel contra la anorexia sería su desaparición de la vía pública. Este tipo de campañas relámpago, efectistas al extremo, producen consecuencias en el espectador que no siempre están ligadas a las preguntas que podrían provocar. En el caso de esta modelo, lo más superficial es el cuestionamiento moral (punzado por el aspecto físico de esa mujer devenida espectro) acerca de cuán ofensiva o lesiva es esa desnudez, esa exposición siniestra; esa mujer avasallada por las exigencias del deber ser un cuerpo acorde a la moda. No hay pregunta sobre el discurso de esa foto, hay efecto de un inmediato de rechazo moral. Los interrogantes apenas parecen cuestionar la decisión de la prohibición a la luz del bienpensar. La foto se ubica en el delgado filo de lo que es sancionable, lo que es pasible de discriminación, palabra incómoda para cualquiera que se precie de comunitariamente solidario, tolerante y progresista. La pregunta podría ser: ¿qué de ese cuerpo está manifestando el costado más radical del imperio de lo contemporáneo? ó ¿cuánto hay en ese cuerpo de la marca estética indeleble que la cultura occidental impuso como concepto de belleza en los útimos siglos? Entre las gordas saludables de Rubens y la figura cadavérica de Toscani hay varios abismos; algunos de ellos son producto de la imposición del concepto de estética occidental como la única posibilidad Lo Bello. Cito a Roberto Santoro: Estética Etica est. Motivo por el cual habrá que rastrear en esas pieles mortecinas la decadencia de las sociedades que arrastran a pagar, hasta con el cuerpo, la tiranía de ese concepto de belleza.

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sábado, 27 de octubre de 2007

Sábado

Sábado
Ian McEwan
Anagrama - 2005


Ian McEwan escribió una novela que no es sobre lo que aparenta ser: está llena de trampas y espejos de kermesse; plagada de señuelos. Lo que salta a la vista -y se lee en/sobre este libro y hasta parece ser una obviedad- es que su totalidad transcurre un día sábado. Gran espejismo: si bien muchos de los acontecimientos centrales transcurren en ese sábado en la vida de Henry Perowne -McEwan los relata cronológicamente transitando el día a la par de la novela-, Sábado está llena de ramificaciones, de caminos que se apartan de lo que puede considerarse su corpus para volver a ella y refrescarla, darle otro sentido, subrayar un concepto. En ese mismo orden se encuentra el mayor hallazgo de la novela: trasladar, con aparente ingenuidad, el miedo globalizado al miedo más íntimo y profundo. McEwan nos lleva a este paseo: sale de un comienzo con un avión en llamas que remite -tanto al personaje como al lector- a los ataques a las Torres Gemelas, para llegar a una situación de violencia íntima en la propia casa de Perowne, con una breve escala en una escaramuza callejera. El virtuosismo de McEwan para esos relatos escalofriantes -de una tensión dramática que dan ganas de arrojar el libro por el aire pero que, a su vez, atrapan la atención como un pase mágico-, rasga la idea del imperio de un miedo ajeno, inconsulto, masivo y masificado, vencido por ese otro miedo de menor magnitud pero de una intensidad incomparabale; momento en el que la vida está en juego y el pellejo se crispa. De ese modo, McEwan le hace un amague a la presión de tener que decir algo sobre el 11-S y sus coletazos en Europa, sitúa la novela en ese momento del tiempo, se vuelve sobre el detalle,sobre lo cotidiano y pone el acento sobre algo que en la globalización se pierde sin demora: los avatares de la vida de cada quien.

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jueves, 18 de octubre de 2007

La leyenda del Santo Bebedor

La leyenda del Santo Bebedor
Joseph Roth
Anagrama - 1981


En muchas lecturas hay una curiosidad que lleva a preguntarse cuánto de lo que se narra le ha acontecido al autor. Sobre todo en aquellas novelas que transcurren en algún momento del tiempo dentro de Lo Contemporáneo de quien la escribió. En esta nouvelle de Joseph Roth se juegan esas cosas. Quizás porque la vida del escritor (nacido en el corazón del Imperio Austrohúngaro es decir un lugar sin límites precisos) y sus versiones sobre su propia historia han armado un rompecabezas contradictorio y mítico: judío converso al catolicismo; arruinado financieramente; perseguido por el nazismo y exiliado en París; bebedor empedernido; muerto en medio de un delirium tremens.

Lo que La leyenda del Santo Bebedor propone (quizás sin proponérselo) es una parábola: a partir de un encuentro -que se supone- casual Andreas Kartak contrae una deuda que debe honrar en una capilla a Santa Teresita de Lisieux y lo que esa promesa de cumplimiento implica para el personaje, las reiteradas faltas, las reiteradas postergaciones. Como es de esperar, Kartak se topa con la suma necesaria para devolver el dinero pero, inevitablemente, sucumbe al imán de los bares y, vez a vez, la promesa se rompe. Y nace otra, un poco más allá en el tiempo, una semana más, sólo eso. Semana que, en ese momento de la vid de Kartak, equivale a un mundo en sí. No hay, en el relato, ni una mirada compasiva ni comprensiva sobre el vicio de la bebida: es lo que es y tiene los efectos que tiene. Kartak no se engaña sino que postergando y postergándose; confía en la redención, en otro pequeño milagro que también llega; y vuelve a distraerse, a salirse de foco. Kartak no tiene intenciones, sino una profunda convicción. Que de tan profunda es engañosa.

La leyenda del Santo Bebedor carece de moraleja y tiene un final que se acerca, cada vez más, al convencimiento ciego, a la fe religiosa de Kartak y a la forma de su cumplimiento; un final que subraya la esencia del personaje y que, a su vez, habla de su debilidad, de su necesidad imperiosa de que algún otro pueda dar fe de lo que es: un hombre de honor, circunstancialmente harapiento como buen clochard parisino; una figura de la pobreza que hasta puede ser considerada de un extraño concepto poético. En definitiva, Roth habla del Destino y de cómo el personaje sucumbe a lo que no puede torcer, a ese camino que no puede dejar de transitar. Los milagros no hacen sino poner el acento en la distancia entre lo que pudo ser a lo que, simple y llanamente, ha sido de la vida narrada de Andreas Kartak.

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Dave Grusin - The Gershwin connection

GRP Records - 1991



Si a alguien le preguntan por Dave Grusin, probablemente le resulte muy dificil responder de quién se trata. Sin embargo si al llamado Gran Público se le preguntan por películas como El graduado, Reds, Tootsie o Los fabulosos Baker Boys; o por series de tevé como Baretta, Columbo, Ladrón sin destino o Jim West, podrá contestar sin mayores dificultades. Resulta ser que todos esos títulos tienen un responsable en su banda de sonido que es, como cae de maduro, el viejo Dave. The Gershwin connection es, ni más ni menos, que la música del gran compositor estadounidense que, valga la concordancia, logró amalgamar de un modo único el jazz, la música clásica y la popular de las obras de Broadway. El agregado de Grusin y su banda está en la impecable vuelta de tuerca sonora y en un necesario aggiornamiento que hace pie en el respeto por la obra original que traslucen los 13 temas del disco.


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viernes, 12 de octubre de 2007

Mutabaruka - Check it!

Alligator Records - 1983


Mutabaruka es el nombre elegido por Allan Hope para representar su enorme cambio: su conversión del catolicismo a la religión rastafari de su Jamaica natal; su abandono del "mundo civilizado" y su retiro a la montaña; su trueque de un puesto en un banco a la aspereza de ser un poeta dub. Check it! es un disco en el que el raggae y otros sonidos caribeños fluyen para armar un discurso de un alto contenido político, rico en matices musicales, con un desempeño vocal que causa sorpresa y cuya música es usada, de un modo militante, como un arma tan efectiva (punto de extensión para discutir el concepto de efectividad) como la poesía. El discurso contra el dominador blanco hace que muchos blancos que gustan del reggae desconfíen de este radical militante de la palabra. Así como Cassius Clay devino en Mohamed Alí, Allan Hope devino en Mutabaruka para aplicar el golpe de la minoría en el oído del blanco opresor.


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jueves, 11 de octubre de 2007

Acerca del tiempo suspendido

Mi abuelo me regaló mucho más que un libro de aventuras: me ofreció un marco de referencia desde el cual poder pensar y preguntarme sobre la vida -años más tarde y habiendo decantado la fascinación-; motivo por el cual Ella, de H. Rider Haggard, se convirtió para mí, al decir de Henry Miller, en el libro que todo escritor debería volver a leer: aquel que, en su infancia, lo inició como lector y, sin saberlo entonces, como escritor. Cuando mi abuelo me entregó el libro me entregó la posibilidad de pensar la idea de la eternidad como tiempo suspendido, presente en esa novela. Allí, con personajes sobreviviendo a un naufragio y con la vida siempre en riesgo; atravesando selvas llenas de amenazas de muerte y peligros al acecho; lo que se impone es la eternidad. Eternidad entendida como inmortalidad del cuerpo y la lucidez: Ayesha, reina de una perfección y belleza tal que subyuga y somete a cualquier hombre en el preciso momento de mirar su rostro por (eterna y única) primera vez. Un fuego fatuo la mantiene joven y lozana, hermosa e íntegra, detenida en un momento del tiempo: aquel que siguió a la muerte de Kalikrates, Su Amado Eterno, a quien decide esperar a través de los años. En la novela, se plantea la eternidad del instante y su congelamiento, la detención en el tiempo amoroso; establece un compás de espera por ese hombre que atravesará, alguna vez, el portal de la muerte. El tiempo tiene el sentido de lo valioso, de lo imposible de recuperar y del precio necesario de pagar por lo que es más certeza que promesa: Ayesha tiene, en la tierra, una parte del Edén. Es allí donde las almas/los espíritus, tienen su lugar por fuera del tiempo; donde el ser humano puede pensarse en una suspensión sin cronología. No hay promesa religiosa sin promesa de un devenir eterno y placentero, sin sobresaltos, feliz. Haggard parece hacer notar que no es posible el paraíso sin la detención del tiempo: Ayesha necesita un marco de realidad que sustente la inmovilidad y tiene el poder necesario para lograrlo: si lo desea, es inmortal. Por eso la geografía humana se completa con un séquito de esclavos que, generación a generación, la veneran, la cuidan hasta la propia muerte. Para el tiempo suspendido en la espera amorosa, todo debe quedar inmóvil en el tiempo, como un faro incandescente, una guía para el alma que volverá desde el fondo de la historia.

Fuera del sentido de la eternidad (en todo caso correspondería hablar de una eternidad de tiempo lógico) y en un registro del orden del dar cuenta de sí mismo, Joseph Roth se encarga de tocar la suspensión del tiempo en su relato/nouvelle La leyenda del santo bebedor. Su personaje, Andreas Kartak, atraviesa por dos momentos que no le hablan de su presente inmediato, del instante mismo en el que las cosas suceden, sino de un tiempo transcurrido entre dos hitos –uno lejano, el otro el presente-, de un tiempo que pasó, que se perdió, que transcurrió sin que él tuviera el más mínimo registro del devenir. El pasado es un paréntesis, es una oquedad, una falta que se manifiesta, por ejemplo, en el cuerpo dormido de quien fuera, en todos los modos posibles, su amada. Es ese acontecimiento, vivido casi como una iluminación, el que lo hace reactualizar su pasado, reabrir el tiempo comprimido y sentir, como el golpe de un puño, el paso de los últimos años. Es en esa abrupta salida de la suspensión, donde el personaje se cuestiona a sí mismo, se pone en tela de juicio.

En la primera de las lecturas, la eternidad inmóvil de Ayesha presenta inalterado al sujeto, es decir, su posición frente a la suspensión es de respuesta (Mi amado volverá y por eso espero) a una pregunta amorosa (¿Volverá el amado?); en la segunda, el dar cuenta de sí y su pasado en Kartak, la posición es claramente de pregunta (¿Qué ha sido de mí durante todo este tiempo que no registro haber vivido?) a partir de una respuesta amorosa (Volvió la amada, alterada por la historia). Es en esas sutilezas, matices y profundidades donde la literatura es riqueza. Esté donde esté la pregunta, sea tan imposible como sea la respuesta.

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miércoles, 10 de octubre de 2007

Obscenidad celular

No fue la primera ni será la última. El tipo pulsa dos teclas y se pone en contacto con su madre -a la que llama mami- y le cuenta montones de cosas de una venta de una casa y una discusión con su padre. Y su hermano, pobrecito, que hay que ver si está en condiciones psíquicas de soportar semejante tránsito. Sí: su padre se había ofuscado al punto de decirle que sus palabras de desconfianza eran intolerables, quu qué se creía que era. Pero él iba a defender sus intereses. Y el de su mami. Va codo a codo conmigo y es inevitable escucharlo, como a un bebé que berrea o al chillido hiperagudo de los auriculares del vecino de viaje, que destroza sus oídos a varios decibeles por sobre lo saludable.


El espacio privado se ha desparramado como una mancha de petróleo sobre el mar de lo público. Lo que introduce el uso indiscriminado de la telefonía celular es que destila aquello que durante muchos años el pudor hizo permanecer en el ámbito de lo íntimo. Ahora, todo se despliega como las plumas del pavo real. Es imposible, a priori, saber qué contamina esa mancha, qué encubre y qué representa. Quizás el punto más extremo de esta obscenidad celular fue el registro -y posterior publicación- del ahorcamiento de Saddam Hussein, tomado con el celular de uno de los asistentes a la ejecución. Las empresas dirán que no son responsables del uso indebido, molesto para terceros, nocivo o lo que fuere. Que ahí talla cada usuario particular; cada sujeto. Quizás ahí esté la huella más inquietante: sólo se puede leer como una forma de la degradación del lugar de ese sujeto, de lo privado y de lo íntimo, del pudor. Signo de los tiempos, cantaría Prince...

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jueves, 4 de octubre de 2007

Blind Melon - Classic Masters

Capitol - 2002


A siete años de la muerte por sobredosis del cantante Shannon Hoon, el sello Capitol lanzó un compilado, con tanto éxito que reflotó la fórmula poco después. Este disco es un panorama de la música de una banda que no logró sobreponerse a la temprana muerte de su líder natural. Recién con la edición de este collage de los temas más populares, los Blind Melon volvieron a picos de venta similares a los que lograron con uno de los temas más conocidos, más representativos y el más exitoso que produjeron: No rain, incluido en el álbum en cuestión. No puede saberse a ciencia cierta qué hubieran producido los oriundos de Mississippi de no haber mediado una sobredosis de cocaína. Pero sí puede lamentarse tener un universo acotado de guitarras que van del hardcore al folk; de esa voz que parece columpiarse entre los registros de Eddie Vedder y Axl Rose; de esa música de la cual Classic Masters es, sin duda, una excelente exposición.


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miércoles, 3 de octubre de 2007

El inclasificable David Lynch


Es muy interesante ver cómo la prensa argentina se pelea a golpes contra la inteligencia para poder resumir, capturar una idea, una reseña que permita darle un marco crítico a Imperio, el nuevo film del siempre nuevo David Lynch. Resbaloso como una anguila, escurridizo a la maquinita de etiquetar, el director norteamericano pone a prueba, una vez más, un concepto que se le escapa a los críticos de los grandes medios de comunicación: arte. ¿Cómo decir, desde el lugar de un crítico que funciona en base a los incentivos de las distribuidoras, que no entendió un ápice de lo que es, sencillamente, ininteligible e inexplicable? Se escapa el argumento porque en la obra de Lynch hay trama. Y para ello se necesitan instrumentos mucho más sofisticados de los que se usan que para producir una extensión ¿cinematográfica? de un programa de tevé con las caras visibles de los grandes picos de rating. Hay narración, no hay un relato lineal y mucho menos artificios que hacen que una película parezca más inteligente de lo que en verdad es. La obra de Lynch carece de flashbacks y flashforwards; prescinde de la cronología y de la diacronía; no hay ni un relato que se cuenta del fin al principio, ni una parábola de tiempo; cosas que no son más que versiones de un mismo modo de medir la vida biológica. En las últimas películas de Lynch no hay más que subversión del tiempo. Nada que no estuviera puesto en Eraserhead; nada que no estuviera conceptualizado en Twin Peaks, el fuego camina conmigo; nada que no soporte, en medio de la febril y apasionada construcción narrativa del norteamericano, el viaje de un viejo tierno en su cortadora de pasto para ver a su hermano de quien lo separa no sólo la distancia geográfica en Una historia sencilla.

Es correcto decir que su cine es una profunda herida, incluso una llaga y, por qué no, algún modo de cura. Es correcto decir que es un genio, que le ha dotado al cine sonoro de un universo particular. Es correcto decir que es esperable que lo que siga a Imperio sea una torsión más sobre el mundo narrativo o una película con un desarrollo más apropiado al mercado. Es correcto decir que si hay una lengua que se parece a lo que Lynch pone en fílmico es la lengua de los sueños, lo onírico con su relax, sus tiempos muertos, su presión agobiante, su punto de fuga hacia la muerte. El problema de la corrección es que no sólo implica un concepto acertado, muchas veces representa lo que debe decirse para no parecer lo que se es. Lynch y su obra es una forma de pesadilla de la que no se puede despertar. De la que para poder escapar, paradójicamente, es cerrando los ojos y durmiendo: la ilusión de que el demonio y lo siniestro son un mal y aburrido producto enloquecido; sumergiendo al fugitivo en lo más profunda de sus oscuridades.

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sábado, 29 de septiembre de 2007

Borges: escritor y poeta

La primera vez que fui a tomar el subterráneo a la estación Congreso de Tucumán no tenía idea de cual sería una buena ubicación en el andén para esperar que una de las ansiadas puertas quedara frente a mis narices. Fue entonces cuando vi la serie de bustos dorados, empotrados en la pared. Y me detuve frente al de Jorge Luis Borges, invocando a las fuerzas literarias para que inspirasen al maquinista. Lo que iba a constatar en posteriores viajes es que la elección fue un gran acierto: una puerta siempre coincide, casi matemáticamente, con el busto de uno de los más conocidos, reconocidos, respetados, criticados y abominados escritores argentinos. Lo que me llamó la atención, de allí en más, fue la placa del busto: "Jorge Luis Borges - Escritor y poeta". Como si fueran excluyentes, como si no tuvieran puntos de contacto.

Y me puse a pensar en qué diferían, para mí, esas palabras. Una sospecha me desvió hacia la etimología de esas palabras. Escritor es aquel que escribe en cualquier género literario, incluso la poesía. Pero la especificidad de la poesía no es tal. Lo que, por antonomasia, se denomina poesía no es sino la poesía lírica. En sus orígenes poesía (proveniente del latín poēsis) era hacer, convertir los pensamientos en materia. Lo que, a su vez, convertía al poeta en un hacedor de escrituras. El mismo poeta que era, para los griegos, el medio de transporte entre la palabra de los dioses (acercadas por las musas) y el hombre. El hacedor, en definitiva, de la fantasía (letra escrita) de convertir en materia el lenguaje. Entonces, quizás no sea un mal comienzo pensar en que la diferencia entre escritor y poeta no tenga que ver con la forma sino con la esencial relación entre la palabra y la letra: el escritor escribe, el poeta inscribe, independientemente de la forma.

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domingo, 23 de septiembre de 2007

Nick Cave & the Bad Seeds - The boatman's call

Mute Records - 1997


Si alguien empezara a escuchar la obra de Nick Cave por su décimo álbum podría quedarse con una impresión equivocada del músico y cantante australiano. Y es que The boatman's call, si bien no se escapa de las generales de la creación del hombre de voz de caverna (haciendo honor a su apellido, precisamente), es un paisaje de baladas que rozan lo amoroso con el mismo tacto que se aproximan a lo erótico, a la pérdida, a lo desesperado, al porvenir. Si alguien comenzara a escuchar a Cave a partir de aquí, tendría una visión fragmentada, imprecisa y acotada: no es posible vislumbrar qué hubo antes de este maravilloso discurrir por los vericuetos sentimentales, sobre qué bases está apoyado, cuál es el camino que lo antecede. Por el contrario, quien llega a este disco después de haber escuchado a Cave con anterioridad, le agradece que su característica oscuridad y su no negociable caracter maldito hayan estado al servicio de canciones tan inolvidables como los frustrados amores que las engendraron.

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lunes, 17 de septiembre de 2007

Matando a e. e. cummings


Hace un tiempo recordé el final de un poema de e. e. cummings y volví a buscarlo en la antología bilingüe Poetas Norteamericanos Contemporáneos, Ediciones Librerías Fausto, 1977. Más precisamente, página 84, poema conocido como me gusta mi cuerpo..., en el cual el gran edward estlin hace poema la novedad de los cuerpos amantes y amados, del encuentro de dos que cambia la perspectiva del tiempo lógico, del instante en que el pasado no se borra sino que cae dejando lugar a algo nuevo. Es un poema suave y altamente erótico, con una estructura quebrada y confusa, con una extraña puntuación. La traducción acompaña, está cuidada y toma sus riesgos. ¿Cómo traducir nerves more sino como nervios más, perdiendo la afinidad fonética del never more/nunca más?

Buscando alguna lectura del poema a la luz de la idea de Lo Nuevo, me crucé con un puñado de sitios que lo publican, aunque bien vale preguntarse si sigue siendo el mismo poema. Convengamos que la traducción es un arte dificil e ingrato; que la poesía en sí tiene, como agravante de esa ingratitud, la particularidad de utilizarse a sí misma más allá de la textualidad de la palabra y la precisión de la letra; y que con esos elementos y esas formas confusas está constituida la lengua (no sólo el idioma) de un poeta. Sin embargo nada de eso justifica el atropello de ¿traducir? el poema con despropósitos, no ya sólo de criterios de traducción palabra por palabra, sino del orden de una lisa y llana traición al concepto mismo de poesía en nuestro idioma y a su riqueza simbólica. Pensaba incluir las citas de tales despropósitos, pero sería darles una consistencia que no tienen ni merecen y aportar a seguir disparando insensateces sobre la belleza. Como acto reparador y amparado en el derecho estético a que haya en la red una traducción que se acerque al poema, transcribo la realizada por E. L. Revol para la antología citada al comienzo.




me gusta mi cuerpo cuando está con tu
cuerpo.Es así una cosa tan totalmente nueva.
mejores músculos y nervios más.
me gusta tu cuerpo.me gusta lo que hace,

me gustan sus cómos, me gusta sentir la columna
de tu cuerpo y sus huesos y la temblorosa
firme-suave idad y lo que he de
una y otra y otra vez

besar, me gusta besar esto y aquello de ti.
me gusta, acariciando lentamente la,pelusa sacudida
de tu piel eléctrica,y lo-que-sea aparece
sobre la carne que se abre... Y los ojos grandes migajas de
amor,


y posiblemente me gusta la emoción
de bajo mí tú tan totalmente nueva.


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viernes, 14 de septiembre de 2007

Chauvinismo puma

Conjeturo: la cosa empezó a descalabrarse en 1978 cuando, mundial de fútbol y dictadura, produjeron una conjunción tan siniestra que llegó a producir una ceguera tal que todo se justificaba en dos colores: celeste y blanco. Obviando, claramente, el rojo de la sangre derramada. Por aquel entonces, mi abuela no miraba partidos de fútbol (en los cuales yo sufría por el equipo de mis amores) porque se ponía nerviosa; al punto de tener dolores en el cuerpo cuando me veía llorar desconsolado por alguna ocasional derrota de mi equipo. Pero el mundial de Argentina '78 se erigió como un significante que se acrecienta con el paso de los años y la presión del terror no dicho, de la complicidad por omisión/incomprensión política/desinterés/miedo a la que, dócilmente, se sometió la mayor parte de los argentinos adultos de entonces: la palabra que lo representa es Mundial; lo que supone el summum del éxito -ajeno a uno, propio de otros- que representa, camiseta mediante, el supuesto orgullo patriótico, la supuesta inteligencia, el supuesto decoro y demás supuestas virtudes de todo un país. Y, pasado el furor de los dos campeonatos mundiales de fútbol, conseguidos en un lapso de 8 años, parece necesario alimentarlo con más y más mitología deportiva, con ese combustible que -a ojos vista- ha desplazado a la religión como opio de -al menos- este pueblo. Por eso, cuando escucho hablar sentidamente de la selección argentina de rugby, del sentimiento y la pasión; cuando los escucho opinar sobre el campeonato mundial, me pregunto si alguna vez serán posibles la construcción de un otro futuro, el desprendimiento de la siniestra idiosincrasia y la demolición del significante sobre el cual se construye un futuro con ladrillos de ignorancia y opresión. Unico modo, por cierto, de que lo lúdico y lo digno vuelvan a ser lo que nunca debieron dejar de ser.

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lunes, 10 de septiembre de 2007

The Beatles

Apple Records - 1968


¿Cómo llamar a un álbum que no tiene nombre? ¿Cómo nombrar un disco que no puede ser resumido en un nombre? El álbum blanco es la cúspide en la trayectoria creativa de The Beatles. Es un álbum panorámico, que atraviesa -y es atravesado por- una diversidad sonora incapaz de ser contenida en un sólo disco: una obra monumental, una master piece tallada con el diamante de la ruptura: es el surco delgado, el delineado del corte final; ese que se hace brecha en Let it be y abismo insalvable en Abbey Road. Es un álbum fragmentario, escindido, el giro definitivo hacia el final. Es un álbum de anticipo, la puntada inicial de los siguientes veinte años de la música moderna contemporánea, el ADN fundacional. Es decir, es la síntesis del camino que los fabulosos cuatro comenzaran en plena adolescencia. Es la miríada que produce un cristal esquirlado, las voces de cada uno de The Beatles componiendo -en secuencia metonímica- un gran collage que se convierte en un complejo vitreaux coral. Si hubiera que enviar al espacio un disco, como una botella al mar, que represente una época, sin duda este es el que se llevaría la mayoría de los méritos. Aún a pesar de ese bochorno musical llamado Ob-La-Di, Ob-La-Da, el peor tema musical de la historia del pop: quizás una mente superior lo entienda como un ejemplo de lo que puede producir el mal uso del genio musical.





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martes, 4 de septiembre de 2007

The Funk Brothers - Standing in the Shadows of Motown

Virgin - 2003


The Funk Brothers fue, desde 1959 hasta 1972, la in house band, la banda de músicos sesionistas del prestigioso sello de la música soul Motown. La banda se desarmó cuando el sello se mudó de ciudad; retiro que se extendió por algo más de 30 años, hasta la realización, en 2003 , del documental fílmico Standing in the Shadows of Motown (un significativo/irónico nombre: Parados en las Sombras de Motown: sesionistas, segundo plano necesario, soporte estoico de las verdaderas estrellas). La banda se sonido cuenta con las participaciones de Ben Harper, Chaka Khan, Me'Shell NdegéOcello y Bootsy Collins, entre otros. La lista de tracks no trae mayores sorpresas y, obviamente, repite entre sus compositores al inoxidable Marvin Gaye, viejo amigo de la casa. Es un disco en el que se respira el deleite con el que fue realizado, la satisfacción por el reencuentro. Sin embargo, uno no puede dejar de pensar que se trata de algo así como el Buena Vista Social Club del soul: un gusto para esos magníficos viejos que se olvidará con el paso del tiempo.


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jueves, 30 de agosto de 2007

Arte menor

Arte menor
Betina González
Clarín/Alfaguara - 2006


La primera novela de Betina González es incómoda. Y en eso reside uno de sus mayores valores. Es una novela bien escrita, trabajada, con matices que se entreveran en las palabras como pequeños juegos del inconciente más que como una pista para el lector, más que como una necesidad de La Trama; hace a la construcción de la narración sin detenerse a pensar quién es el que está del otro lado de la página, quien degusta -o no- las palabras que van armando la vida de un personaje que, vuelta de tuerca a la estructura, es conocido pura y exclusivamente por la imagen fragmentaria, caprichosa, viciada de reflejos especulares que tienen otros sobre él, es decir por una narración coral. No hay voz del padre muerto, hay citas, dichos que dicen que dijo y demases. Es la deconstrucción de un padre y no el superficial barniz justificativo de la búsqueda de alguna verdad sobre su vida. Así como su protagonista tácito Fabio Gemelli, el resultado de la lectura de Arte menor tendrá la diversidad del aspecto coral que usa la autora para retratar ya no exclusivamente al narrado, sino a los narradores que moldean, cincelan, pulen la vida después de la muerte de un escultor mediocre. Las fantasías quedan expuestas por superposición: el bulín que era un aguantadero guerrillero no es sino el antro de falsificadores de monedas: todo sin prevenir el cambio de eje porque el cambio de eje, a lo largo de la novela, es previsible, transparente: si tiene forma de thriller afectivo lo que importa no es mantener un secreto hasta el final, no es poner pistas falsas en el camino para asombrar con un final por el que la difunta Agatha Christie daría a cambio la eternidad; lo que importa es lo que se urde, el hilo, la trama y no la apariencia de la tela. Es la narración de la salida de una herida profunda y antigua, arcaica, esencial, inevitable. Es una trampa que habla sobre la simulación simulando la sencillez de una chica del conurbano bonaerense.

La primera novela de Betina González es incómoda. No ha sido un éxito de mercado como otros premios Clarín o el de cualquier otro tanque editorial. No es una novela de una construcción sorpresiva, de una erudición aplastante que aguijonée la curiosidad de la intelligentzia argentina. No tiene ninguna intención de coquetear con la vanguardia petardista, ilustrada, cacofónica y filoescatológica. Es una novela, es literatura.


PD: ¿para qué publicitar la novela con las espantosas y falsopoéticas declaraciones de Saramago justificando su fallo?

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miércoles, 29 de agosto de 2007

Cassandra Wilson - Jumpworld

JMT - 1989


Cuarto disco de C. W. antes de que saltar a la fama de la mano del famosísimo sello de jazz, Blue Notes. En esos momentos, ya ponía al servicio del oído ajeno el sonido claro, filoso, cálido, calmo -y evidentemente ciclotímico y contradictorio- de su voz; una dicción perfecta. Jumpworld es un paseo por el gusto musical de esta dama a fines de los '80; por los vericuetos de la búsqueda de una producción con el sello indiscutible de su buen gusto; por el asomo insistente y fresco del jazz; por la experimentación de un sonido clásico y potente, más cercano al soul. Una banda sólida y un repertorio sobrio y atractivo -aunque por momentos ecléctico- completan este delicioso postre.


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lunes, 27 de agosto de 2007

El Otro y el Monstruo

Casi dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial vio la luz una de las ficciones más interesantes que se hayan escrito sobre el concepto del monstruo. Más precisamente, sobre la relación de uno (un personaje) con los Otros como máscara de lo monstruoso. Ese texto es Soy leyenda de Richard Matheson, en el que el escritor incluye algo realmente novedoso en la construcción de la figura del vampiro, el impacto que éste tiene en el lector y el terror y la fascinación que provoca. Matheson ingenió una narración basada en el cambio de la posición subjetiva de un personaje que pasa de ser la víctima potencial de una pandemia de vampiros, a ser la bestia feroz que aniquila sin piedad y amenaza destruir la formación de una sociedad cimentada en valores nuevos (el vampirismo) y ajenos a lo que llamamos -y supone- ser humano. Para ello, Matheson usa como emisario en su ficción a Robert Neville, quien gracias a su constancia (hasta el aburrimiento y la desidia) matando vampiros de todas las edades durante el día y refugiándose en su casa-búnker durante la noche, se convierte en el defensor a ultranza del status quo, el paladín del modo de vida humano -en lo general- y norteamericano -en lo particular- que el lector no sólo asume como propio sino, por sobre todas las cosas, como el mejor posible; el único deseable. Ese es el recorrido que Matheson le propone al lector identificado con Neville: compartir la lucha contra la amenaza hasta ponerlo frente a la evidencia de que el monstruo puede estar mucho más cerca de lo que se supone, tan cerca como se puede estar de la certeza de saberse monstruo.

Después de una ardua resistencia de años, Neville herido y agotado, habiendo perdido sentido su vida fuera del acontecer biológico, ve (una vez más) y mira (por primera vez) a esos Otros a los que siempre consideró enemigos de sus valores morales, usurpadores de su patria más íntima. Monstruos, abominaciones a los que combatió al punto de ser el brazo ejecutor de un exterminio privado. Invierte los roles: los vampiros le temen porque deja regueros de cadáveres; trueca en muertos a sus seres queridos. Para los vampiros Neville es la Abominación. Eso es lo que ve el personaje de Matheson, ese es el espejo de los Otros que lo reubica, lo sacude, lo atraviesa y lo arroja al mundo transformado en una bestia salvaje, transformado en eso mismo que él ha combatido día a día, vampiro muerto a vampiro muerto. Asume su destino trágico y se reconoce como monstruo. Pero es en el darse cuenta donde el odio por el Otro cesa, cuando se deja llevar a la muerte/al sacrificio necesario que garantizará, hasta la próxima guerra (origen de la pandemia), una sociedad que busca su equilibrio en una esperanza de superación, haciendo caso omiso a la premonición del fracaso repetido.

La cercanía del texto con el apogeo y caída del nazismo, hace pensar en la posibilidad de una lectura en relación que da por tierra el sentido simplista y tranquilizador de la moral del Bien y del Mal. Si en los principios del relato Neville puede ser visto como el que resiste al nazismo (en tanto pandemia monstruosa que amenaza), el sentido se rompe cuando, en su dar cuenta de qué es Lo Normal, cede el lugar del Bien para asumirse como el Mal; cuando su vida se reduce a la representación unipersonal del exterminio. Esa es la mayor potencia del concepto argumental de la novela. Al fin de cuentas, la pregunta que Matheson puede haber inyectado en la literatura de ficción es si la sociedad norteamericana se reconocerá, en tanto imperial, como el monstruo feroz que necesita dejar tendales de enemigos en el camino de la Historia. Siguiendo esa conjetura, quizás no sea casualidad que el apellido Neville lleve literalmente en sus entrañas la palabra evil, es decir, lo maligno.

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jueves, 23 de agosto de 2007

Michel Camilo - One more once

Columbia - 1994

Escuchar a Michel Camilo tocar su piano es un placer de los que uno disfruta toda la vida. El camino musical del dominicano ha tenido tres desafíos:

1. ser un músico culto: de una formación tan rigurosa que le ha permitido trabajar como director invitado de la Orquesta Sinfónica Nacional de la República Dominicana, la Orquesta Filarmónica de Londres, entre otras sinfónicas y filarmónicas;

2. ser un músico popular: no sólo sus discos han tenido un gran éxito de ventas sino que, también, ha sido reconocido con los grandes premios del mercado (que no siempre tolera a La Academia...), entre ellos el Grammy (1983 por Why Not! y 2000 por Spain, junto a Tomatito), el Emmy (1987 por The Goodwill Games Theme), el Oscar (1995 por el soundtrack de Two much de Fernando Trueba); y

3. hacer del latin jazz una música con entidad de tal: como en toda fusión, lo que destaca es, como en este caso, lo que hace uso de sus componentes diversos como herramienta para provocar una novedad y no una mezcla, una argamasa fofa; cosa a la que es muy proclive la llamada música latina -que no es más que una espesa confusión de lo latino con lo caribeño.

Michel Camilo no solamente ha salido airoso -y con margen- de los tres desafíos. Los ha convertido en el material con el que construye su música. y One more once es una prueba fiel de ello.


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miércoles, 22 de agosto de 2007

Ferdydurke

Ferdydurke
Witold Gombrowicz
Argos - 1947




Si Gombrowicz es el escritor polaco más argentino de la historia, Ferdydurke es su contraparte literaria. Entre su escritura y su publicación en Argentina tuvo lugar, ni más ni menos que la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ni la distancia geográfica, ni la historia sucedida, ni el cambio de residencia de su autor parecen haber alterado el corpus de esta novela de iniciación: un adolescente (que el autor oculta detrás de una duda que desfasa el relato: ¿es un adulto vuelto adolescente o un adolescente que se pretende adulto?) y su inclusión en la escuela, en el sexo, en la amistad.

Ferdydurke asoma como una novela irreverente de un autor irreverente, es decir que calza en como mascarón de proa de toda una producción literaria que llegará a hacer de la escatología una militancia literaria de vanguardia, un lugar donde los marginados de la bipolaridad (tan típicamente argentina) encuentran un resquicio. En esa perspectiva, fue abominado por La Academia en igual medida que por El Mercado, lo que se resume en la ferocidad con que lo trataron Bioy Casares (asegurando que Gombrowicz no vale el esfuerzo de estirar el brazo para agarrar un libro suyo de la biblioteca) y Borges (sosteniendo, con su típica ironía, que el autor polaco no existía más que como invento del poeta Carlos Mastronardi). Sin que representase un esfuerzo por ser reconocido, Gombrowicz utiliza trazos dadá que ponen en evidencia la transgresión en un lugar de torsión del lenguaje por sobre el efecto de disgusto en el lector como su línea sucesoria, que va desde ese Proyecto de Colgajo Supurante Literario llamado Osvaldo Lamborghini; pasando por el Plan de Grano en el Gran Traste Literario, que responde al apellido Fogwill; y, en menor medida, del Olvidable Heredero Escatológico apenas rescatado por un puñado de amigos periodistas, el difunto Salvador Benesdra. Y es en esa apuesta al más allá de la superficie del texto donde reside la mayor potencia de esta novela: está en el cuestionamiento (bisagra entre lo implícito del concepto y lo explícito de la idea) de la narración, de la novela, de la incursión de la poesía en el lenguaje. Es decir donde la costura (lo transgresor explícito, el cuculeíto dadaísta, el asquerosito moral) deja de verse para profundizar, desde el lenguaje mismo, la brecha de lo imposible: narrar con precisión lo que la palabra -siempre- oculta.

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martes, 21 de agosto de 2007

Yellowjackets - The spin

MCA Records - 1989


La existencia de Yellowjackets es producto de la casualidad y no tanto: la convocatoria como músicos sesionistas para un disco solista de Robben Ford, fue la arista del azar. La química musical -que terminó relegando al catalizador Ford a la categoría de músico invitado- fue el componente del encuentro, la coincidencia estética. The spin está considerado un álbum casi eléctrico, cercano al pop, pero que deja traslucir el ensamble que la banda logró haciendo base en el jazz. Es un disco de una complejidad comprensible, que acompaña, transporta y nos hace sacudir el pie. Música grata, sin excesos, sin derroche de virtuosismo y adornado con buen gusto, precisión, claridad estética y una solidez musical que lo hacen disfrutable de principio a fin. Que los integrantes hayan sido músicos de varios nombres que podrían conformar el Gran Seleccionado Contemporáneo, no hace más que dar una dimensión del respeto que sus pares -notorios y famosos- tienen por estos músicos de raza.


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sábado, 11 de agosto de 2007

Peter Gabriel - So

Geffen Records - 1986


El gran disco que marcó un hito en la carrera solista de Peter Gabriel, 11 años después de abandonar Génesis, grupo que fundó en 1967. Mezcla de un pop a la vez clásico y fresco, con líneas sonoras de lo más oscuro de la producción del músico inglés. Una carta de presentación al gran público, un polimorfo sonoro que atrapa los pies, el corazón, el alma atormentada y cuyas Oscilaciones pueden graficarse como el pendular movimiento entre Sledge Hammer y We do what we're told, que es como decir entre lo bailable y lo experimental. El comienzo de la gira con la precisión de Stewart Copeland, las voces de Kate Bush, Youssou n'Dour y Laurie Anderson no hacen más que completar el soporte estético que hace de So un discazo.


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lunes, 6 de agosto de 2007

David Gilmour - On an island

Sony - 2006


On an island es el punto más alto de un estilo: el que Gilmour dejó grabado a fuerza de buen gusto y fuego sagrado en la escucha de millones de seres humanos. Un estilo basado en la fuerza expresiva de la guitarra, en notas largas y melancólicas, en enloquecidos riffs a medio tiempo, en un el sonido claro, transparente, acuático. Pasajes que rozan lo oscuro y lo siniestro, melodías que se abren y nos muestran esta isla en el mar. Un mar que alternativamente mece y sacude. Y uno se deja llevar y aparece el sonido Gilmour, garantía de un viaje cómodo y tranquilo, sin mayores sobresaltos. On an island es el logro de ese hombre que se contempla en perspectiva de lo que ha sido para construir con más precisión lo que quiere ser. Otra forma de escuchar este disco es un vano intento de reducirlo a una comparación con lo que no reniega ser pero que tampoco pretende exhibir.


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jueves, 2 de agosto de 2007

Poemas

Poemas
e. e. cummings
Alberto Corazón - 1969




La poesía de e. e. cummings es, probablemente, una de las más atrevidas y subversivas que haya dado la época contemporánea en los Estados Unidos. Vapuleado por la crítica, adorado por sus lectores, adquirió una popularidad en base a su falta de conseción con el lector. Imágenes de la potencia de un golpe a la mandíbula; fragmentos del lenguaje que dejan sin aliento; palabras que soportan estoicamente las traidoras traducciones; caricias, erotismo, pasión; conforman el universo potético que deja asomar Poemas. Profundizando la elección del camino de la poesía como forma de leer el mundo a través de lo íntimo, deforma la estructura del poema y de la palabra misma, la quiebra, la fragmenta, la pulveriza y la rescata. Pero la máquina cummings no se detiene allí: en la búsqueda de la forma que acompañe al contenido rompe con la regla del caligrama, lo subvierte: las palabras ya no dibujan el objeto del poema: la forma se ajusta a la geografía del poema, lo ciñe, lo viste.

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martes, 31 de julio de 2007

Morcheeba - Fragments of Freedom

Sire Records - 2000


Surgidos a la sombra del movimiento de Bristol de fines de los 90, es en Fragments of Freedom donde el trío de los hermanos Godfrey y la vocalista Skye Edwards da en el tono justo de la banda. Disco de inflexión y encuentro, expone en su superficie sonora los rastros de los orígenes ligados a los lamentos del trip-hop y abre el paso a pinceladas pop bailables y a los sonidos sanguíneos y desgarrados del blues. De una calidad pareja y abrumadora, el disco tiene la chapa de candidato a ser uno de los clásicos del fin de siglo pasado. La música de Morcheeba es un amplio horizonte que puede contemplarse tan nuevo y tan distinto en cada track, como novedades produce el estado de ánimo de cada quien en un día distinto.



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viernes, 27 de julio de 2007

Dayna Kurtz - Postcards from Downtown

Munich Records - 2003


El primer disco de esta dama es como un salto en picada en el cuál Dayna Kurtz nos lleva montados en el sonido de su voz grandiosa; una montaña rusa, un laberinto de espejos. Entramos por la puerta de un cabaret francés y, de ahí en más, aparece un recorrido sinuoso; por una geografía musical que no excluye el jazz, el folk, el gospel; una puesta en escena que va desde lo resplandeciente hasta el oscuro del abismo. Como todo buen salto en picada, provoca sensaciones encontradas. Da vértigo, provoca placer, se torna molesto, acaricia, mece, hace temblar. Y como todo buen salto en picada tiene un final súbito, sorpresivo. Y uno se queda con ganas de más. Y trepa, trepa hasta el primer track para volver a saltar.


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lunes, 23 de julio de 2007

Jill Scott - Who is Jill Scott? Words and Sounds Vol. 1

Hidden Beach - 2000


Jill Scott es un no tan extraño fenómeno: una cantante negra de voz prodigiosa, que se rodea de muy buenos músicos para hacer un disco exquisito; una mujer con una carrera que parece tener el camino allanado para una serie de éxitos estéticos y comerciales que, de pronto, desaparece dejando una producción de 3 volúmenes con su música. Who is Jill Scott?, el primero de ellos, es -como afirma el subtítulo del álbum- sólo la primera parte de lo que puede construir con su palabras y sus sonidos: el asomo, la carta de presentación en la que construye una serie de canciones para responder a ese interrogante. Serie que da la pauta del gusto, la delicadeza y la potente mezcla de soul y funk que lo abarca desde el primer al último corte. Pregunta que nos hace preguntarnos: ahora que creemos saber quién es Jill Scott, ¿para cuando la vuelta?


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sábado, 21 de julio de 2007

El espejo que tiembla

El espejo que tiembla
Abelardo Castillo
Seix Barral - 2005


Quinto libro de cuentos de Castillo, quinta parte de lo que ha dado en llamar Los mundos reales. Ese marco, ese subrayado encuadra a los relatos que contiene. Relatos que mezclan, casi en todos los casos, el mundo real con el mundo de los sueños, con la fantasía, con la paradoja temporal del pasado que deja de ser un rastro de la historia para personificarse en el presente de algunos personajes. Porque de eso se trata el esqueleto de El espejo que tiembla: convertir el tiempo no ya en escenografía de la trama, sino en el hilo mismo con el que se urde la narración. Entonces es literariamente posible que el mundo ficcional supere los límites de lo creíble y abreve en el estilo argentino clásico para el género de la ciencia ficción. Alguno de los cuentos que bordean esa tradición parecen torcer el rumbo hacia el realismo mágico y el relato -y el libro en su conjunto- pierde potencia. Afortunadamente eso no es todo y aquellos pocos cuentos que se quedan del lado más intrincado de la realidad son los que hacen que el lector quiera un poco más de Castillo. Sea o no vanguardista sostener esa afirmación.

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viernes, 20 de julio de 2007

John Mayall - Sense of place

Island - 1990


Si un sonido podía identificarse con la geografía sureña norteamerica, era el blues. Eso hasta la llegada, cuando no, de un inglés: el seños John Mayall. Sense of place es un disco que abona esa geografía, aún en la distancia conceptual y estética; aún en el respeto a rajatabla por el estilo, incluso buceando en las sutiles diferencias, en los pequeños abismos de los que el blues es posible. Si tenemos en cuenta que muchachos de la talla de Eric Clapton o Peter Green abrevaron, en su juventud, en las fuentes de Mayall, puede adivinarse que clase de músico es el maestro por el sonido de sus discípulos. A los 57 años, el señor Mayall concibió esta obra en la que el viejo género se renueva, no debido a la inclusión de agentes estéticos externos sino a partir de apegarse a la mística blusera y hacer que se mueva el cuerpo, que la cabeza flote en los acordes arrastrados. Si como muestra basta un botón, puede decirse que si alguien escucha Congo square sin mover un músculo, muy probablemente no se encuentre en el mundo de los vivos.

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